Otros tres soberbios episodios que siguen el formato elegido en su primera temporada, lo que lo convierte en realidad en tres telefilmes de hora y media de duración cada uno. Eso le permite un desarrollo de las tramas y de sus personajes ejemplar, amén de contar con una sobresaliente producción que nos trae el Londres actual de una forma fresca y moderna, con cantidad de exteriores y de recursos.
El montaje y dirección de estos episodios alcanza un gran nivel y los hallazgos de sus predecesores se llevan aquí un paso más allá, en un mundo donde la tecnología juega un papel esencial y donde la sagaz mente de nuestro protagonista –un Sherlock Holmes errático e imprevisible, que igual ofrece una imagen de impasibilidad y suficiencia, que nos conmueve con una gran fragilidad y soledad- es usada para para plasmar una serie de secuencias de lo más graciosas, en un intento por parte de los realizadores de mostrar su compleja maraña de pensamientos.
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Uno de los grandes aciertos de esta serie radica en el hecho de que sus creadores, con Moffat (Jekyll, Tintín) a la cabeza, hayan optado por actualizar relatos conocidos de Conan Doyle, en lugar de inventarse nuevos casos sobre la marcha. El primer capítulo de esta nueva temporada es un ejemplo inmejorable de ello, donde lo único achacable son sus minutos iniciales que continúan directamente del capítulo anterior y que acaban sabiendo a poco. Sin embargo se les perdona al instante por el uso que harán de Jim Moriarty, al que se le añade Irene Adler, convertida en una dominatrix en esta versión, que se marcará un auténtico duelo con Holmes, con Watson como testigo de excepción. Merece también mucho la pena la versión moderna de Mycroft, una especie de alto cargo del servicio secreto británico y su relación con su hermano pequeño. Sin punto de comparación con la decepcionante versión de Stephen Fry en la secuela del Holmes de Ritchie.
Pero el talento de los guionista va un paso más allá en cuanto homenajea sin reparo situaciones plasmadas por la pluma de Conan Doyle, incluso frases calcadas, todo ello visto desde un punto de vista moderno: la terrible adición de Holmes al tabaco cuando no tiene un sustituto en forma de caso que mantenga alerta su mente; el uso muy gracioso del sombrero de detective, cuyo origen radica en las ilustraciones y en el cine antes que en los relatos de Doyle; el blog de Watson que sustituye al defenestrado diario personal y que bulle de visitas diarias –el de Holmes no lo ve nadie porque solo habla de diferentes tipos de ceniza- o las constantes insinuaciones a su homosexualidad.
Si en el primer capítulo se versiona Escándalo en bohemia, en el segundo salimos a las afueras de Londres en busca del sabueso de los Baskerville. Solo que ahora Baskerville es un complejo militar donde se experimenta con animales y Holmes y Watson tendrán que ayudar a un joven cuyo padre fue asesinado veinte años atrás en misteriosas circunstancias y cuyo mayor terror ha vuelto para atormentarle. No echamos de menos la city londinense, tal es el encanto de las afueras y de la campiña británica, donde van a parar los dos amigos.
Cumberbatch (El topo) lleva un paso más allá su interpretación y deja el listón muy alto para futuras versiones, con un Holmes brillantísimo, desconectado de la realidad emocional que le rodea y capaz de recitar a una velocidad de vértigo increíbles deducciones, así como de modular su voz y su rostro, cuando el momento lo requiere, para transmitir las más diversas sensaciones –suficiencia, miedo, duda, amor-. También hay que destacar a Martin Freeman –ambos actores participarán en El hobbit, aunque con muy diverso protagonismo- como el compañero ideal, tanto del personaje ficticio como del actor real. Ya que Freeman sabe de sobra que él no es la estrella y no solo se conforma con ello, sino que lo usa en provecho de la producción, cediendo el protagonismo a su compañero en todo momento y reservándose un papel más callado, irónico a lo sumo, siempre víctima del caótico estilo de vida de Holmes y de sus constantes desaires, sabedor de que sin él, el gran detective estaría completamente solo.
Tan solo un día tras la finalización de la segunda temporada, cuyo tercer capítulo versiona El problema final, se anunció que Sherlock tendría una tercera. Larga espera que vamos a tener que soportar tras un espectacular final lleno de emoción donde el mal uso de la fama y la popularidad someterá a la más dura prueba la amistad de los inquilinos del 221B de Baker Street.




Estoy recopilando la 2ª temporada. Memorable la primera.
ResponderEliminarVale muchísimo la pena, mucho más que la película moderna.
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