lunes, 23 de enero de 2012

Transmetropolitan Vol. VI: Gouge Away, de Warren Ellis & Darick Robertson

Pasamos el ecuador de la colección, de un total de diez entregas, con este tomo que viene sin prologar, cosa inhabitual en esta última recopilación de la serie de Vertigo. Con portada de Robertson, contiene los números americanos 31 al 36, encargándose el propio dibujante titular de la colección de plasmar las portadas de los tres últimos y Jaime Hernández de la primera mitad del volumen.

Una diferencia que es no solo artística, sino temática, ya que Ellis repite la fórmula que ya le ha valido en anteriores entregas: un arco de tres números que continúa con la cruzada del protagonista y otros tres números intermedios, generalmente autoconclusivos. Lo que ocurre es que a estas alturas la fórmula ya es repetitiva y se rompe un poco con la historia principal del relato. Ellis, que es uno de los guionistas que más cariño tienen por estos capítulos más contenidos y que tan bien ha demostrado saber aprovecharlos, no puede evitar centrarse en un Jerusalem como contrapunto cómico, que pasea por su ciudad y nos ofrece de nuevo su cínica visión de la misma, algo que ya conocemos al dedillo. No ayuda nada que Robertson aproveche a su vez estos números para tomárselo con más calma y si la profusión de negros cada vez va más en aumento, hay algunos episodios en los que apenas dibuja un par de viñetas grandes por página, rellenando el resto los textos de Ellis.

Aun así ambos profesionales saben sobrellevar estos bajones de calidad con cierta gracia y sobre todo con el posterior acelerón que toman las tramas, además de algún truco editorial, como el que podemos ver en el primer número aquí recopilado, el 31 USA.

Tras los hechos acaecidos en el anterior volumen, donde Spider ha perdido parte de su influencia al ser víctima de la censura gubernamental, todavía no ha acabado su suplicio. El poder que ostenta el nuevo presidente de los Estados Unidos es para tener en cuenta y no solo maneja a la policía y demás fuerzas represoras, sino a los medios de comunicación. Porque si Spider es uno de los personajes más famosos en su ciudad, ahora va a ser pasto de un tipo de fama que nadie querría, cuando sea ridiculizado en televisión hasta sus últimas consecuencias. Aparte de Robertson, participan en este número, cada uno dando vida a una versión diferente del periodista, los artistas Kieron Dwyer, Lea Hernandez, Bryan Hitch (Los cuatro fantásticos), Frank Quitely (Nuevos X-Men, All Star Superman) y Eduardo Risso. En el segundo episodio Ellis seguirá explorando las consecuencias de esta recién adquirida fama, al tiempo que ofrece a su personaje una salida a sus problemas, al menos momentánea. Dedica el tercer episodio a las dos asistentes de Spider, Shannon y Yelena, en su día libre. Tiendas de ropa, bares de copas e inocentes tiroteos en plena calle mientras se preguntan por qué siguen trabajando para un tirano egocéntrico como Spider Jerusalem. Mucho sentido del humor en este número y un poquito de acción e introspección sobre dos de los principales personajes secundarios de la serie.

En el segundo arco argumental todo vuelve a dar un giro más interesante si cabe y todavía más extremo. Ellis y Robertson recuperan el pulso de la colección, ofreciendo uno de los mejores momentos, cuando Spider analice su situación y decida, por su cuenta y riesgo, hacer frente a ella. Tres números donde el reportero se convierte en protagonista absoluto y se dedica a hacer lo que mejor sabe, esto es, husmear la noticia, perseguirla a toda costa y dar finalmente con la verdad para, justo después, hacerla pública. A base de violencia nunca contenida, amenazas llenas de verborrea incesante y una cantidad ilimitada de drogas y armas de lo más peligrosas, Spider se dedicará a investigar una pista tras otra para dar con algo que le permita hundir al Sonrisas, el recién elegido presidente. Una verdad oculta que saldrá a la luz y que relaciona algunos hechos ocurridos con anterioridad en la serie y que tendrá graves consecuencias para Jerusalem: su despido y posterior huida para salvar la vida. Momento en el que finaliza este tomo con un Spider eufórico y unas asistentas algo preocupadas.

Este es el Spider que más me gusta y agradezco cuando Ellis se deja de experimentos analíticos y lo lleva a hacer lo que mejor sabe hacer: seguir la noticia y revelar la verdad, con todas sus consecuencias. En este tomo tenemos un claro ejemplo de ambas vertientes, una inmejorable forma de comparar el trabajo de ambos creadores en la colección. Y al final la cosa tiene pinta de que irá por nuevos derroteros todavía sin explorar, veremos qué nos ofrecen en sucesivas entregas.

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