Resulta irónico que tanto los casos detectivescos de Sherlock Holmes como esta novela de
aventuras, que figuran entre lo mejor que escribió el escocés, nunca gozaran de
su reconocimiento, empeñado como estaba en ser considerado un genial autor de
novela histórica. Género en que, si bien llegó a producir algunos títulos muy
notables, palidecen en comparación con el famoso detective y este mundo
perdido, que narra una expedición científica a un lugar remoto y que ha sido,
si no copiada, al menos tomada como inspiración cientos de veces desde que se
publicó en 1912.
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Conan Doyle no era ajeno a aquello que ocurría en su época y
no fueron pocos los hechos que adaptó y mostró en sus novelas, uno de ellos una
serie de viajes de carácter científico con destino el nuevo continente, que
intentaban por todos los medios descubrir los secretos que podían albergar esas
tierras remotas, sobre todo las sudamericanas. Uno de esos viajes tuvo lugar en
Venezuela, en la selva amazónica, concretamente en el monte Roraima, hecho que
aprovechó el escritor para armar El mundo
perdido, una intensa odisea repleta de momentos trepidantes y cierta
ingenuidad, que la hace muy recomendable para el público más joven, ansioso de
descubrir el mundo a través de grandes aventuras.
El armazón principal de la novela es todo un clásico hoy en
día: un periodista inglés ansioso de demostrar su valía como corresponsal –y
cuya motivación última es la conquista del corazón de una mujer, a la que
pretende deslumbrar con sus futuras hazañas- conoce a un excéntrico pero
brillante científico, el profesor Challenger, que jura haber descubierto un
emplazamiento prehistórico oculto en las selvas amazónicas. Ante el escarnio
público al que es sometido por la comunidad científica –no tiene pruebas de tal
descubrimiento-, el profesor consigue fundar una nueva expedición de cuatro
hombres de renombre: él mismo, el periodista Ed Malone, el profesor Summerlee y
un famoso aventurero y explorador de la Corona, Lord John Roxton, conocedor de
las tierras y costumbres amazónicas.
De esa forma la novela va desarrollándose por los cauces
conocidos: el largo viaje hasta su destino, donde no suelen faltar accidentes extraños,
conspiraciones o pequeñas sorpresas; la realización del descubrimiento
principal, en este caso una extraña meseta donde han conseguido sobrevivir las
condiciones climáticas necesarias para albergar la vida de hace cientos de
millones de años; y amenazas constantes a la vida de los protagonistas en forma
de criaturas como dinosaurios o antepasados del hombre que no han evolucionado
todavía.
Nuestros cuatro héroes quedarán atrapados sin salida en ese
mundo prehistórico donde son atacados por seres prehistóricos como
pterodáctilos –todo lo que rodea a estos bichos y en especial lo que ocurre con
uno de ellos al final de la novela, me ha recordado muchísimo a una aventura de
Adèle Blanc-Sec-. Algo que resulta
muy curioso es que, al contrario de lo que haría Michael Crichton muchísimos
años después, Conan Doyle prefiere dejar de lado a los dinosaurios y centrarse
en una lucha fratricida entre dos especies humanas, una de características
simiescas y otra más evolucionada, de cierto parecido con el hombre actual, en
medio de la cual los expedicionarios son atrapados.
![]() |
| El monte Roraima, en Venezuela |
Por supuesto que en una historia de tales características la
derrota no es una opción y los ya amigos –resulta muy gracioso como en sus
inicios los profesores no pueden evitar ser enemigos, el uno escéptico frente
al otro, de un marcado carácter violento e insultante, echándose a la cara sus
respectivas teorías- logran volver sanos y salvos a Inglaterra llevando una
cría de pterodáctilo cautiva que acaba escapando en el momento de su
exhibición, dejando una enorme duda en la comunidad científica sobre la
veracidad del descubrimiento. Aun así el escritor se reserva un final a medio
camino entre la felicidad y la amargura ya que han conseguido traer, gracias a la
pericia de Lord Roxton, una cantidad de diamantes que les reporta una enorme
suma, lo que permite a los profesores la retirada y al explorador financiar una
nueva expedición a la meseta oculta. Malone, nuestro joven protagonista,
decidirá compartir el destino de su amigo ante el cruel desengaño que sufre
cuando el amor de su vida no haya esperado lo suficiente y se haya casado con
otro.
La novela contiene muchos momentos de humor, sobre todo por
la horrible personalidad del profesor Challenger y su violencia verbal y física
para todos aquellos que se encuentran a su alrededor, sean amigos o enemigos.
Es condescendiente y misterioso, no gusta de dar explicaciones y posee un
carácter decidido y autoritario. Pero al mismo tiempo es muy ingenioso, erudito
y su inventiva no conoce límites, como varias de las soluciones que va
adaptando a los enormes problemas que va encontrando el grupo, algunos de los
cuales son crear un puente de la nada talando un enorme árbol o fabricar una
serie de globos aerostáticos. Los demás personajes palidecen un poco en su
desarrollo comparándolos con Challenger: Summerlee es más tranquilo, un
científico respetado en la comunidad que es enviado para que actúe como testigo
de los acontecimientos y Lord Roxton es un curtido explorador al más puro
estilo Allan Quatermain.
Solo le hace sombra la presencia del joven Malone,
periodista del London Journal y
narrador de todo lo acontecido, instrumento de Conan Doyle, que usa la primera
persona y diario personal y epistolar, recurso muy certero si se usa bien y que
podemos encontrar en famosas novelas como La piedra lunar o Drácula.
Conan Doyle construye una aventura trepidante, repleta de
animales extintos que están descritos como se creía en la época. Algunos de los
protagonistas están inspirados en personajes que existieron realmente y muchas
de las teorías científicas estaban en boca a principios del siglo XX. No es
original en su concepto, existen muchas otras novelas que fantaseaban con la
posibilidad de que elementos prehistóricos hubiesen sobrevivido hasta nuestros
días en algún accidente geográfico oculto a los ojos de la humanidad –ahora
mismo caigo en Viaje al centro de la
Tierra o en la Tierra Salvaje del Universo Marvel- pero es muy divertida y
entretenida y cumple con todo lo que se le puede pedir a este género literario.
Cuando Conan Doyle la publicó –por entregas en la mítica Strand Magazine- ya era famoso por sus
historias de Holmes, al que había matado y resucitado y ya había llevado a cabo
varios trabajos históricos de renombre. El
mundo perdido sería la primera de cinco historias –tres novelas y dos
relatos cortos- donde aparecería el profesor Challenger. En esa época el autor
estaba pasando difíciles momentos personales, superando muertes devastadoras en
su familia tras el final de la I Guerra Mundial y dio inició a un momento de su
vida en la que el espiritismo cobró una enorme importancia y al que nunca
abandonó, ni siquiera tras su muerte en 1930.
Tantos años después y todavía siguen adaptando esta historia
fundamental en el género de aventuras, ya sea a televisión o a la gran pantalla
y su influencia ha sido mucha y variada en escritores y artistas, que han
aprovechado conceptos desarrollados por Conan Doyle o directamente tomado
prestados sus personajes.





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