Una obra que nos traslada a un lugar y tiempo indeterminado,
pero que intuimos se trata de un paraje norteamericano, de aquellos que solemos
conocer como la América profunda y que tan famosos han sido en películas y
televisión: esas enormes llanuras de desierto con interminables carreteras que
atraviesan conductores anónimos y donde el sheriff del lugar es el amo y señor
de aquellos que osan atravesar sus territorios.
El autor nos cuenta una historia que tiene algo de
perturbadora con un toque de irrealidad que luego cobraría mayor importancia en
su siguiente obra, la reciente No cambies nunca. En su ópera prima, con fecha de publicación de marzo de
2010, en otra estupenda edición por parte de la editorial Astiberri, David Sánchez se aprovecha de tramas relacionadas con la
religión y sus fanatismos o el racismo para desarrollar un ambiente extraño y
opresor donde no faltan escenas de violencia o sexo, mostradas con mucha elegancia
y que en ocasiones sirven como contrapunto cómico a lo que se está contando,
demostrando un humor muy negro, cruel en ocasiones.
Una serie de misteriosos personajes van cruzando sus
caminos: los policías del lugar, a cada cual más depravado, un detective
privado, una pareja de religiosos que reparten folletos de su religión o una
serie de anónimos enigmáticos como un músico de blues en busca de un pacto con
el diablo, una prostituta o un dependiente de gasolinera con oscuros secretos
que, proclama, ha visto a Dios. Una serie de asesinatos en el lugar y ya
tenemos los elementos necesarios para atrapar al lector, si bien el autor lo
lleva todo un paso más allá.
La estructura en esta obra es más lineal que en su segundo
trabajo, menos enigmática en ese sentido, aunque no se cuenta todo de forma que
no haya vericuetos narrativos o la cronología no esté ordenada por completo. Para
ello ayuda mucho el estilo de dibujo de Sánchez, muy claro, detallado cuando
tiene que serlo, con una preferencia por el plano medio para ir dando salida a
los diálogos. Juega con una estructura de página muy ordenada, de viñetas
cuadradas que van repitiéndose cada cierto tiempo para separar los capítulos y
una paleta de colores que ayuda a dar uniformidad a lo expuesto y que va
cambiando cuando se van sucediendo los escenarios donde tiene lugar la acción,
de forma que apreciemos en toda su magnitud los enormes exteriores del
desierto, en contraposición con los interiores de caravanas, bares de
carretera, moteles y prostíbulos u hospitales. Algo que se extiende a la propia
edición del cómic, donde la contraportada o las solapas también juegan su
papel.
Sorprende el autor con este debut por su madurez y sobre
todo por la ambición del mismo, ya que se trata de un trabajo diferente a lo
que se venía produciendo en nuestro país –es más fácil encontrar otras obras de
temática parecida publicadas en España, de Clowes, por ejemplo- y de una
complejidad interesante, con una serie de tramas circulares que van arrastrando
al lector poco a poco a un ambiente muy logrado, esencial para transmitir
emociones. Un año después David Sánchez ganaría por esta obra el Premio Autor Revelación en el Salón del Cómic
de Barcelona. Muy merecido.



No hay comentarios:
Publicar un comentario