Publicada por entregas a lo largo del año 1897, se trata de
una secuela directa del clásico de Poe Las extraordinarias aventuras de Arthur Gordon Pym, aunque llevada al terreno
de la aventura que tan bien dominaba el autor francés. Cuando publicó esta
novela Verne ya era un escritor reconocido con más de cuarenta publicaciones a
sus espaldas y sus mejores títulos ya habían visto la luz. Nos encontramos por
tanto en su época final de escritor –Verne moriría en 1905, en Amiens- y donde
se nos va a narrar uno de los últimos viajes extraordinarios que llevó a cabo,
con los que se había hecho famoso y que tanto gustaban a sus aficionados.
La historia comienza en las islas Kerguelen y tiene como
protagonista a un norteamericano de nombre curioso, Jeorgling, que se embarca
en la Halbrane con la intención de
regresar a su patria. En el camino encuentran un extraño iceberg con un cadáver
y señas de que el capitán de la Jane,
que resulta ser hermano del de la Halbrane,
podría haber sobrevivido a la matanza en las islas Tsalal con algunos
marineros. La acción se sitúa unos siete años tras los eventos narrados en la
novela de Poe y es muy posible que todavía queden supervivientes, por lo que se
decide acondicionar la nave para partir en su búsqueda y además de la compañía
del americano, se les une un experto marino que se hace llamar Hunt.
Así comienza una enorme aventura que nos recuerda a las
grandes exploraciones del pasado, en un desesperado rescate por el polo sur que
lleva a los marineros a atravesar aquellas islas que ya conocimos gracias a Poe
y enfrentarse a los miles de peligros que allí les acechan. Si algo tiene de
bueno esta historia es que, pese a ser un homenaje a Poe y compartir escenarios
y personajes, Verne sabe hacerla suya, desligándose del terror. Tras el
desconcertante final de la novela de Poe, resulta interesante como Verne busca
explicaciones racionales y científicas a los misterios planteados y resulta
hasta emocionante cuando se averigua el destino final de los principales
protagonistas, incluido el propio Pym. Otras explicaciones no dejan de tener su
punto gracioso o irónico: la razón auténtica detrás de la publicación del
manuscrito realizado por Poe; o cómo Verne enmienda al de Baltimore en algunos
casos, como el de Tiger, del que en un momento dado del Arthur Gordon Pym
desaparece sin dejar rastro y del que nunca más se supo.
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