lunes, 17 de febrero de 2014

La esfinge de los hielos, de Julio Verne



Publicada por entregas a lo largo del año 1897, se trata de una secuela directa del clásico de Poe Las extraordinarias aventuras de Arthur Gordon Pym, aunque llevada al terreno de la aventura que tan bien dominaba el autor francés. Cuando publicó esta novela Verne ya era un escritor reconocido con más de cuarenta publicaciones a sus espaldas y sus mejores títulos ya habían visto la luz. Nos encontramos por tanto en su época final de escritor –Verne moriría en 1905, en Amiens- y donde se nos va a narrar uno de los últimos viajes extraordinarios que llevó a cabo, con los que se había hecho famoso y que tanto gustaban a sus aficionados.

La historia comienza en las islas Kerguelen y tiene como protagonista a un norteamericano de nombre curioso, Jeorgling, que se embarca en la Halbrane con la intención de regresar a su patria. En el camino encuentran un extraño iceberg con un cadáver y señas de que el capitán de la Jane, que resulta ser hermano del de la Halbrane, podría haber sobrevivido a la matanza en las islas Tsalal con algunos marineros. La acción se sitúa unos siete años tras los eventos narrados en la novela de Poe y es muy posible que todavía queden supervivientes, por lo que se decide acondicionar la nave para partir en su búsqueda y además de la compañía del americano, se les une un experto marino que se hace llamar Hunt.

Así comienza una enorme aventura que nos recuerda a las grandes exploraciones del pasado, en un desesperado rescate por el polo sur que lleva a los marineros a atravesar aquellas islas que ya conocimos gracias a Poe y enfrentarse a los miles de peligros que allí les acechan. Si algo tiene de bueno esta historia es que, pese a ser un homenaje a Poe y compartir escenarios y personajes, Verne sabe hacerla suya, desligándose del terror. Tras el desconcertante final de la novela de Poe, resulta interesante como Verne busca explicaciones racionales y científicas a los misterios planteados y resulta hasta emocionante cuando se averigua el destino final de los principales protagonistas, incluido el propio Pym. Otras explicaciones no dejan de tener su punto gracioso o irónico: la razón auténtica detrás de la publicación del manuscrito realizado por Poe; o cómo Verne enmienda al de Baltimore en algunos casos, como el de Tiger, del que en un momento dado del Arthur Gordon Pym desaparece sin dejar rastro y del que nunca más se supo.

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