El cambio de año le ha sentado muy bien a la editorial Astiberri, con varias publicaciones que
se han colocado en los primeros puestos de ventas y lo que es más importante,
que han gustado mucho a los aficionados. Los surcos del azar, de Paco Roca, es sin duda uno de los tebeos del año pero
el Beowulf de García y Rubín no le
va a la zaga. En menor medida, pero también con cierta repercusión, se coloca
este más modesto No os indignéis tanto,
del catalán Manel Fontdevila y cuyo tema principal no podría estar de más
rabiosa actualidad.
Más si tenemos en cuenta que se trata de un trabajo inédito
y original, de mayor extensión que lo que nos suele ofrecer el autor, que ha
desarrollado con el paso del tiempo una mirada envidiable cargada de ironía y
humor para reflejar las variados aspectos de nuestra sociedad, en apenas unas
pocas viñetas cuando no en una sola. Esta habilidad lleva explotándola desde
hace muchos años en El Jueves,
revista en la que ha trabajado delante y detrás de la mesa de dibujo, creando La Parejita, que también ha sido
recopilada en tomo tiempo después. La propia Astiberri lleva un tiempo publicando una serie de tomos que recogen
la aportación de Fontdevila en tiras de prensa en el diario Público. Fontdevila es un reputado autor
ligado indeleblemente al humor –tiene varios premios del Salón del Cómic de Barcelona-
cuyo único trabajo largo Superputa
(2007) no he tenido el placer de leer. No
os indignéis tanto es, por lo tanto, una oportunidad de oro para conocer al
autor en un formato diferente y comprobar de primera mano si es o no capaz de
mantener el nivel que atesoran sus otras obras.
Lo primero que llama la atención de este cómic es su
formato, más pequeño de lo normal y con tapa de cartoncillo, sin duda para
hacerlo lo más asequible posible al gran público, como el hecho de que sea en
blanco y negro. El autor consigue mantener toda la unidad a lo largo de las
páginas, sin que parezca una conjunción de anécdotas sin conexión, algo difícil
una vez queda claro el objetivo de Fontdevila: llevar a cabo una serie de
reflexiones sobre el momento actual de la democracia en España a través de las
manifestaciones que tienen lugar en la calle y a las diferentes reacciones en
el resto de la gente y en los medios de comunicación que éstas provocan. Eso
también le permite jugar con la narrativa, usando viñetas apaisadas o tomando
la página como un todo y dando rienda suelta a su estilo caricaturesco
–Fontdevila se representa a sí mismo como narrador-. Así se puede permitir
diferentes recursos de lo más interesantes. Me recuerda en cierto sentido a las
obras de Aleix Saló (Europesadilla), si
bien es verdad que Fontdevila dibuja mejor y llena más el espacio en blanco de
la página.
Habiendo disfrutado de la parte gráfica de la obra, es
interesante compartir las reflexiones del autor, que no puede evitar la
autocrítica personal, por ejemplo en la anécdota del avión o siempre que se
coloca en frente del televisor. El movimiento 15M también supone una parte
importante de este cómic, en un intento de mostrar qué ha supuesto su irrupción
en la sociedad española. Cómo la clase dirigente o los llamados intelectuales
reaccionaron ante ellos y como todo cambió a raíz de los incidentes en el
Parlamento catalán. Las constantes cargas policiales tampoco se libran.
La reflexión más interesante del autor viene precisamente
del tema que mejor conoce: el humor y como este comienza en el rechazo y luego
contribuye a ensanchar los límites del propio humor. Con varios ejemplos de
historias reales y recientes, Fontdevila compara varios países de nuestro
entorno como Francia e Inglaterra y aprovecha para desempolvar la polémica con
la portada de El Jueves que él mismo
autorizó. Todo para desmitificar el humor inteligente.
No os indignéis tanto
es un tebeo que vale la pena, que hace pensar con mucho sentido del humor y que
aguanta muy bien varias relecturas. Es un ejercicio interesante, una mirada a
la sociedad y a la profesión de humorista crítica y severa, pero repleta de
ternura. Toca temas de actualidad importantes, pero evita caer en la
trascendencia. Además está muy bien dibujado, así que, independientemente de
que guste o no, lo que se puede decir sin miedo a equivocarse es que el paso al
largo de Fontdevila es todo un éxito y una pena que no se prodigue más.
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