Tras la primera parte de este volumen recopilatorio, el
propio Sacco realiza una reflexión personal sobre lo que significa ser un
periodista gráfico, remarcando aquello que define a la profesión más que
ninguna otra cosa: la objetividad. Sacco es consciente de sus virtudes y
limitaciones y de que por muchas fotografías y notas que tome a la hora de
plasmarlo en la mesa de dibujo incurre en un subjetivismo imposible de evitar.
Paradójicamente, si quiere ser honesto con el lector, debe reconocer su propia mirada,
sus preferencias y aquello a lo que presta mayor atención.
Cuando pienso en el trabajo como periodista de Sacco no
puedo evitar la vena romántica que suele acompañar a los corresponsales que
viven en el extranjero y viajan a los lugares más recónditos y peligrosos del
planeta, con el único propósito de contárnoslo a nosotros, incapaces de dar un
paso más allá de nuestro periódico o televisor, si bien soy consciente de que
la realidad tendrá muy poco que ver con todo eso. En ese aspecto Sacco es un
viajero consumado que ha conseguido a través de su particular estilo, narrando
en forma de cómic, dar su visión de conflictos armados recientes como los que
han tenido lugar en Palestina (En la franja de Gaza) o en Bosnia (El final de la guerra). No puede evitar ponerse del lado del débil, aunque
también de voz al otro bando; ni situarse a sí mismo en medio de la acción,
narrando de paso las vicisitudes del periodista que se mueve a través de
entrevistas con la ayuda indispensable de mediadores, traductores y colegas de
profesión. Con el paso del tiempo ha ido dejando de lado una vertiente
caricaturesca en su dibujo, dando paso a un gusto por el detalle y una
composición de página mucho más elaborada.
Journalism,
publicado en 2012 originalmente por Metropolitan
Books y en España gracias a Random
House Mondadori, es una recopilación de varios trabajos de Sacco menores en
extensión, la mayoría de ellos encargos de prestigiosos periódicos, revistas y
publicaciones varias que le permitieron de nuevo recorrer el mundo en busca de
historias para plasmar en forma de cómic. El volumen se divide por tanto
geográficamente y contiene varias historias en la línea que nos tiene
acostumbrado el autor junto con algunas otras algo diferentes. La primera parte
supone un acercamiento al tribunal de La Haya en un juicio por crímenes de
guerra contra la humanidad a personas de la guerra de serbia. Además del tono
de auténtica decepción del autor con el proceso, destaca la aplicación de unos
colores planos que no estropean el dibujo de Sacco, pero que no echamos de
menos cuando volvemos al blanco y negro, el marco ideal para el tono intimista
y triste que muchas veces encontramos en los testimonios de los personajes
anónimos que transcurren por las páginas del autor. No es la única historia
coloreada para la ocasión: el regreso a Palestina nos trae dos más, una
centrada en los colonos judíos en Hebrón y las dificultades para la población
palestina; así como la lucha entre el ejército israelí y los palestinos que
horadan el suelo de túneles en la ciudad de Rafah, donde las excavadores
derruyen las casas como si estuvieran hechas de papel.
La siguiente parada nos lleva hasta el Cáucaso y la guerra
de Chechenia, sus innumerables refugiados y el testimonio imprescindible de
varias mujeres chechenas, en una de las mejores de todo el tomo; Irak supone un
inesperado destino con tres partes bien diferentes: en la primera de ellas
Sacco viaja “empotrado” con los soldados tal y como ya nos narró un periodista
de la revista Rolling Stone en Generation Kill, para luego asistir a
la intensa formación a la que son sometidos los futuros soldados iraquíes y
acabar con una comprometida entrevista a dos supuestos lugareños que fueron
maltratados por los soldados hasta límites inhumanos.
Otro de los grandes descubrimientos de este tomo contiene un
reportaje de Sacco en su tierra natal, Malta, sobre la inmigración africana que
recibe. El constante goteo de personas huidas de África ha cambiado el paisaje
social de la pequeña isla y no todos sus habitantes están de acuerdo con la
forma en que deberían ser tratados. La historia que concluye este tomo es un
gran ejemplo del estilo de Sacco, que viaja a la India para dar a conocer a una
de las castas inferiores más pobres: los dalits.
Sacco posee la capacidad de aunar en sus páginas el
reportaje gráfico, la crítica social, la denuncia de la injusticia y muchos de
los puntos de vista diferentes que suelen existir alrededor de situaciones tan
complicadas como las que elige mostrar en sus cómics. A veces tira de ironía
para poder seguir avanzando en sus historias, pero el sentido del humor que
había en sus primeras obras prácticamente ha desaparecido. La extensión de las
mismas, mucho más reducida que los otros trabajos del autor, nos permite ver
cómo se desenvuelve en un espacio más corto y además contentando a sus editores.
A lo que no renuncia el autor es a su estilo y a la abundancia de texto e
información, en forma de mapas explicativos, recuadros de texto y bocadillos de
diálogo.
En uno de sus últimos trabajos, Notas al pie de Gaza, Sacco dio sin saberlo al ponerle título con
la clave de su periodismo: sacar a la luz pequeñas historias a las que nadie
presta atención pero que no carecen de importancia, tragedias humanas que pasan
desapercibidas a la historia con mayúsculas y que merecen ser contadas. A estas
alturas su estilo es familiar y cercano y su dibujo ha mejorado mucho con los
años. Su última obra, centrada en la Gran Guerra, es prueba fehaciente de ello.
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