lunes, 28 de abril de 2014

Reportajes, de Joe Sacco



Tras la primera parte de este volumen recopilatorio, el propio Sacco realiza una reflexión personal sobre lo que significa ser un periodista gráfico, remarcando aquello que define a la profesión más que ninguna otra cosa: la objetividad. Sacco es consciente de sus virtudes y limitaciones y de que por muchas fotografías y notas que tome a la hora de plasmarlo en la mesa de dibujo incurre en un subjetivismo imposible de evitar. Paradójicamente, si quiere ser honesto con el lector, debe reconocer su propia mirada, sus preferencias y aquello a lo que presta mayor atención.

Cuando pienso en el trabajo como periodista de Sacco no puedo evitar la vena romántica que suele acompañar a los corresponsales que viven en el extranjero y viajan a los lugares más recónditos y peligrosos del planeta, con el único propósito de contárnoslo a nosotros, incapaces de dar un paso más allá de nuestro periódico o televisor, si bien soy consciente de que la realidad tendrá muy poco que ver con todo eso. En ese aspecto Sacco es un viajero consumado que ha conseguido a través de su particular estilo, narrando en forma de cómic, dar su visión de conflictos armados recientes como los que han tenido lugar en Palestina (En la franja de Gaza) o en Bosnia (El final de la guerra). No puede evitar ponerse del lado del débil, aunque también de voz al otro bando; ni situarse a sí mismo en medio de la acción, narrando de paso las vicisitudes del periodista que se mueve a través de entrevistas con la ayuda indispensable de mediadores, traductores y colegas de profesión. Con el paso del tiempo ha ido dejando de lado una vertiente caricaturesca en su dibujo, dando paso a un gusto por el detalle y una composición de página mucho más elaborada. 

Journalism, publicado en 2012 originalmente por Metropolitan Books y en España gracias a Random House Mondadori, es una recopilación de varios trabajos de Sacco menores en extensión, la mayoría de ellos encargos de prestigiosos periódicos, revistas y publicaciones varias que le permitieron de nuevo recorrer el mundo en busca de historias para plasmar en forma de cómic. El volumen se divide por tanto geográficamente y contiene varias historias en la línea que nos tiene acostumbrado el autor junto con algunas otras algo diferentes. La primera parte supone un acercamiento al tribunal de La Haya en un juicio por crímenes de guerra contra la humanidad a personas de la guerra de serbia. Además del tono de auténtica decepción del autor con el proceso, destaca la aplicación de unos colores planos que no estropean el dibujo de Sacco, pero que no echamos de menos cuando volvemos al blanco y negro, el marco ideal para el tono intimista y triste que muchas veces encontramos en los testimonios de los personajes anónimos que transcurren por las páginas del autor. No es la única historia coloreada para la ocasión: el regreso a Palestina nos trae dos más, una centrada en los colonos judíos en Hebrón y las dificultades para la población palestina; así como la lucha entre el ejército israelí y los palestinos que horadan el suelo de túneles en la ciudad de Rafah, donde las excavadores derruyen las casas como si estuvieran hechas de papel.

La siguiente parada nos lleva hasta el Cáucaso y la guerra de Chechenia, sus innumerables refugiados y el testimonio imprescindible de varias mujeres chechenas, en una de las mejores de todo el tomo; Irak supone un inesperado destino con tres partes bien diferentes: en la primera de ellas Sacco viaja “empotrado” con los soldados tal y como ya nos narró un periodista de la revista Rolling Stone en Generation Kill, para luego asistir a la intensa formación a la que son sometidos los futuros soldados iraquíes y acabar con una comprometida entrevista a dos supuestos lugareños que fueron maltratados por los soldados hasta límites inhumanos.

Otro de los grandes descubrimientos de este tomo contiene un reportaje de Sacco en su tierra natal, Malta, sobre la inmigración africana que recibe. El constante goteo de personas huidas de África ha cambiado el paisaje social de la pequeña isla y no todos sus habitantes están de acuerdo con la forma en que deberían ser tratados. La historia que concluye este tomo es un gran ejemplo del estilo de Sacco, que viaja a la India para dar a conocer a una de las castas inferiores más pobres: los dalits.

Sacco posee la capacidad de aunar en sus páginas el reportaje gráfico, la crítica social, la denuncia de la injusticia y muchos de los puntos de vista diferentes que suelen existir alrededor de situaciones tan complicadas como las que elige mostrar en sus cómics. A veces tira de ironía para poder seguir avanzando en sus historias, pero el sentido del humor que había en sus primeras obras prácticamente ha desaparecido. La extensión de las mismas, mucho más reducida que los otros trabajos del autor, nos permite ver cómo se desenvuelve en un espacio más corto y además contentando a sus editores. A lo que no renuncia el autor es a su estilo y a la abundancia de texto e información, en forma de mapas explicativos, recuadros de texto y bocadillos de diálogo.

En uno de sus últimos trabajos, Notas al pie de Gaza, Sacco dio sin saberlo al ponerle título con la clave de su periodismo: sacar a la luz pequeñas historias a las que nadie presta atención pero que no carecen de importancia, tragedias humanas que pasan desapercibidas a la historia con mayúsculas y que merecen ser contadas. A estas alturas su estilo es familiar y cercano y su dibujo ha mejorado mucho con los años. Su última obra, centrada en la Gran Guerra, es prueba fehaciente de ello. 

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