martes, 29 de abril de 2014

Samurai Champloo, el anime de Shinishiro Watanabe



Este director japonés has destacado en la televisión de su país gracias a dos animes bien diferentes y cada uno a su manera, muy originales. El primero de ellos, Cowboy Bebop, narraba las peripecias de un equipo de cazarrecompensas en un futuro lejano. Su éxito le valió trabajar en Estados Unidos en la antología The Animatrix, donde realizó dos cortometrajes de animación. En 2004 volvió a la televisión nipona para estrenar su segundo gran proyecto: Samurai Champloo, donde de nuevo teníamos a un heterogéneo grupo de personajes que se dedicaban a viajar por el Japón feudal.

Veintiséis episodios para una única temporada, de unos veinticinco minutos de duración cada uno incluyendo los títulos de crédito; un todo argumental que no deja cabos sueltos, que aparte de las tramas principales, destacaba por su realización y la mezcla de géneros, a priori imposible, que se daba en ella. La historia está ambientada a finales del periodo Edo, cuando los samuráis están comenzando su decadencia, pero se ve constantemente interrumpida por vistazos al futuro, es decir, al Japón actual y la banda sonora, uno de los elementos diferenciadores y más importantes en la identidad de esta serie, es moderna con influencias sobre todo del hip-hop.

Los protagonistas son tres jóvenes: Jin es un samurái errante al más puro estilo clásico, en su vestimenta, sus dos sables, su estilo de lucha o su forma de vida. Taciturno, callado, paciente. El único elemento que desentona en su persona son sus gafas. Mugen, por otro lado, es un vagabundo con un pasado delictivo y una obsesión por enfrentarse y matar a todo aquel que pueda hacerle frente con su espada. Viste con harapos, lleva la katana en bandolera a la espalda y su estilo de lucha es más salvaje, dando saltos y haciendo continuas demostraciones de fuerza. Es bocazas e indomable y se convierte así en un foco de problemas. El tercer punto de este triángulo es Fuu, una joven quinceañera que consigue engañar a los desconocidos para que dejen sus diferencias atrás y la ayuden a atravesar Japón en busca del samurái que huele como los girasoles. En gran parte de la temporada se juega con este misterio, ya que no sabemos cuál es el interés que Fuu tiene en encontrar a tan original personaje.

Los protagonistas visitan los lugares más famosos de la historia de Japón mientras van metiéndose en innumerables aventuras y problemas, ya que cada episodio está concebido como un todo donde hay una presentación, nudo y desenlace, habitualmente a base de estocadas y mandobles. De vez en cuando las historias se alargan a un par de episodios, exceptuando el final de la serie, que contaría tres capítulos. Viajan hasta Edo para luego volver sus pasos hasta Nagasaki y van encontrándose con todo tipo de clanes de samuráis, contrabandistas de esclavos o de opio, piratas, geishas, ladrones, europeos de incógnito en un país donde estaban prohibidos, asesinos legendarios y hasta fantasmas. Las historias transcurren desde el típico enfrentamiento entre clanes de samuráis por el control de un pueblo hasta las maniobras políticas del shogun. La influencia de la religión católica, las armas de fuego, la comida japonesa o las pinturas tan características que poseen conviven con episodios donde nos encontramos con competiciones de grafiti o gente que rapea por las calles.

Esta mezcla de elementos modernos en una cultura tan tradicional como la que tenía lugar en el Japón feudal es sin duda uno de los elementos más originales de esta serie, lo que ayuda en su animación. Los personajes son esbeltos y estilizados y la ambientación es detallista y correcta, pero la acción es rápida y brutal, sin llegar nunca a ser ostentosa o a molestar al espectador. Las escenas de lucha están narradas con mucho pulso y el tono épico es resaltado por el uso de la música. También hay que añadir que tal mezcla de elementos redunda muchas veces en un sentido del humor algo absurdo que le viene muy bien a la historia, donde podemos asistir incluso a un partido de béisbol contra los americanos. Especialmente por la presencia de Mugen, un tío realmente peligroso a la hora de tenerlo como compañero, por lo camorrista y la gran cantidad de problemas que genera a su alrededor.

Samurai Champloo es una serie original, fresca y divertida, que narra una historia del pasado desde un punto de vista moderno, tanto en la animación como en la cantidad de elementos que se van metiendo en la trama, a veces con calzador, pero que en su conjunto funcionan muy bien. En muchos casos ilustra sobre el pasado de Japón y en otros es un divertimento sin igual. Los personajes están cuidados y su evolución es manifiesta, mientras vamos descubriendo datos de su pasado y las razones que les han llevado a convertirse en samuráis errantes. Y por supuesto, ¿quién o qué es el samurái que huele como los girasoles?

2 comentarios:

  1. Esta serie de anime me encanta, pero Cowboy Bebop ya es mi favorita...una autentica pena que el autor no tenga mas obras.

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    1. Sí, es una lástima; dos series tan buenas y tan diferentes ¡y tan contenidas! Espero con mucho interés su siguiente proyecto, sea el que sea.

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