Este director japonés has destacado en la televisión de su país
gracias a dos animes bien diferentes y cada uno a su manera, muy originales. El
primero de ellos, Cowboy Bebop,
narraba las peripecias de un equipo de cazarrecompensas en un futuro lejano. Su
éxito le valió trabajar en Estados Unidos en la antología The Animatrix, donde realizó dos cortometrajes de animación. En
2004 volvió a la televisión nipona para estrenar su segundo gran proyecto: Samurai Champloo, donde de nuevo
teníamos a un heterogéneo grupo de personajes que se dedicaban a viajar por el
Japón feudal.
Veintiséis episodios para una única temporada, de unos
veinticinco minutos de duración cada uno incluyendo los títulos de crédito; un
todo argumental que no deja cabos sueltos, que aparte de las tramas
principales, destacaba por su realización y la mezcla de géneros, a priori
imposible, que se daba en ella. La historia está ambientada a finales del
periodo Edo, cuando los samuráis están comenzando su decadencia, pero se ve
constantemente interrumpida por vistazos al futuro, es decir, al Japón actual y
la banda sonora, uno de los elementos diferenciadores y más importantes en la
identidad de esta serie, es moderna con influencias sobre todo del hip-hop.
Los protagonistas son tres jóvenes: Jin es un samurái
errante al más puro estilo clásico, en su vestimenta, sus dos sables, su estilo
de lucha o su forma de vida. Taciturno, callado, paciente. El único elemento que
desentona en su persona son sus gafas. Mugen, por otro lado, es un vagabundo
con un pasado delictivo y una obsesión por enfrentarse y matar a todo aquel que
pueda hacerle frente con su espada. Viste con harapos, lleva la katana en
bandolera a la espalda y su estilo de lucha es más salvaje, dando saltos y
haciendo continuas demostraciones de fuerza. Es bocazas e indomable y se
convierte así en un foco de problemas. El tercer punto de este triángulo es
Fuu, una joven quinceañera que consigue engañar a los desconocidos para que
dejen sus diferencias atrás y la ayuden a atravesar Japón en busca del samurái
que huele como los girasoles. En gran parte de la temporada se juega con este
misterio, ya que no sabemos cuál es el interés que Fuu tiene en encontrar a tan
original personaje.
Los protagonistas visitan los lugares más famosos de la
historia de Japón mientras van metiéndose en innumerables aventuras y
problemas, ya que cada episodio está concebido como un todo donde hay una
presentación, nudo y desenlace, habitualmente a base de estocadas y mandobles.
De vez en cuando las historias se alargan a un par de episodios, exceptuando el
final de la serie, que contaría tres capítulos. Viajan hasta Edo para luego
volver sus pasos hasta Nagasaki y van encontrándose con todo tipo de clanes de
samuráis, contrabandistas de esclavos o de opio, piratas, geishas, ladrones,
europeos de incógnito en un país donde estaban prohibidos, asesinos legendarios
y hasta fantasmas. Las historias transcurren desde el típico enfrentamiento
entre clanes de samuráis por el control de un pueblo hasta las maniobras
políticas del shogun. La influencia de la religión católica, las armas de
fuego, la comida japonesa o las pinturas tan características que poseen
conviven con episodios donde nos encontramos con competiciones de grafiti o
gente que rapea por las calles.
Esta mezcla de elementos modernos en una cultura tan
tradicional como la que tenía lugar en el Japón feudal es sin duda uno de los
elementos más originales de esta serie, lo que ayuda en su animación. Los
personajes son esbeltos y estilizados y la ambientación es detallista y
correcta, pero la acción es rápida y brutal, sin llegar nunca a ser ostentosa o
a molestar al espectador. Las escenas de lucha están narradas con mucho pulso y
el tono épico es resaltado por el uso de la música. También hay que añadir que
tal mezcla de elementos redunda muchas veces en un sentido del humor algo
absurdo que le viene muy bien a la historia, donde podemos asistir incluso a un
partido de béisbol contra los americanos. Especialmente por la presencia de
Mugen, un tío realmente peligroso a la hora de tenerlo como compañero, por lo
camorrista y la gran cantidad de problemas que genera a su alrededor.
Samurai Champloo
es una serie original, fresca y divertida, que narra una historia del pasado
desde un punto de vista moderno, tanto en la animación como en la cantidad de
elementos que se van metiendo en la trama, a veces con calzador, pero que en su
conjunto funcionan muy bien. En muchos casos ilustra sobre el pasado de Japón y
en otros es un divertimento sin igual. Los personajes están cuidados y su
evolución es manifiesta, mientras vamos descubriendo datos de su pasado y las
razones que les han llevado a convertirse en samuráis errantes. Y por supuesto,
¿quién o qué es el samurái que huele como los girasoles?
Esta serie de anime me encanta, pero Cowboy Bebop ya es mi favorita...una autentica pena que el autor no tenga mas obras.
ResponderEliminarSí, es una lástima; dos series tan buenas y tan diferentes ¡y tan contenidas! Espero con mucho interés su siguiente proyecto, sea el que sea.
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