Luc Besson (Adele y el misterio de la momia) vuelve a dejar de lado su faceta de director para
centrarse en la producción y guión de una nueva película con alma de blockbuster que si tiene el éxito de sus
anteriores trabajos acabará convirtiéndose en una saga protagonizada por Kevin
Costner, al igual que Transporter, Taken o Taxi.
En esta alocada historia de acción con muchos elementos de
comedia, un veterano agente de la CIA se ve obligado a dejar su trabajo por una
enfermedad terminal. Decidido a pasar el tiempo que le queda con su mujer e
hija, a la que apenas conoce, se traslada a Paris donde será reclutado a la
fuerza por una misteriosa mujer, dispuesta a lo que sea por dar caza a un
esquivo terrorista. Besson mete muchas escenas de acción, que se van intercalando
con otras más absurdas, quedando un remedo de Frankenstein que, no sin
sorpresa, acaba siendo entretenido, aunque no le habría venido mal un recorte
en su metraje, ya que hay muchas escenas metidas con calzador que si se
suprimieran no afectarían para nada al conjunto.
Al igual que con anteriores producciones, Besson se asegura
la participación de un director vistoso pero con muy poca personalidad, en este
caso el norteamericano McG, más acertado en televisión –es el productor de Supernatural-, que en cine, donde ha
rodado películas como la fallida Terminator Salvation o la infumable Los Ángeles
de Charlie y su secuela.
Kevin Costner (El hombre de acero, La otra hija, Hatfields & McCoy, The Company Men) da el relevo como
veterano actor de Hollywood a otros como Robert de Niro, Liam Nesson o John
Travolta en Desde París con amor,
que ya habían formado parte de la nómina de Besson y lo hace tan bien como se podía
esperar de un actor como él, a estas alturas de vuelta de todo y muy alejado de
sus mejores momentos en taquilla. Comparten cartel con él la atractiva Amber
Heard (Machete Kills, The Ward, The Playboy Club); la joven Hailee Steinfeld, la cría de Valor de ley; o Connie Nielsen, a la que siempre recuerdo por Gladiator.
No es difícil identificar muchas de las situaciones que se
dan en esta película en otras historias del productor y director francés, con
asesinos a sueldo (León el profesional),
las difíciles relaciones familiares (Taken)
o incluso en las secuencias de acción, con numerosos tiroteos y persecuciones
en coche (Transporter, sin ir más
lejos) o la ciudad de París, involuntario escenario de tanta destrucción.
Besson sabe –o cree saber- lo que quiere
el público europeo y eso son producciones de estilo norteamericano llevadas a
su terreno de comedia y ambientadas en Europa. A estas alturas ya sabe lo que
se hace, pero la verdad es que todas se parecen entre sí y son tan olvidables
como intercambiables entre ellas. Pero eso sí, la mayoría de las veces, tienen
un mínimo de diversión.
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