Tras el final de La Era de Ultrón, Hulk abandonaba los
Vengadores rumbo a lo desconocido; Thor regresaba a Asgard en busca de las
respuestas necesarias para esclarecer el misterio que se le revelaba en sus
visiones y que tenían en el centro a las Gemas del Infinito; mientras Tony
Stark volvía al retiro que él mismo se autoimpuso al final de Iron Man 3, la conclusión de la
trilogía protagonizada por el Vengador Dorado.
Eso dejaba al Capi liderando
un grupo de Vengadores de lo más variopinto: la experimentada espía rusa
Natasha Romanoff, la Viuda Negra; el veterano de guerra Sam Wilson, alias El
Halcón; la joven e inexperta Wanda Maximoff, la Bruja Escarlata y el ser
artificial que conocimos como Jarvis, la IA que controlaba buena parte de la
tecnología Stark y que cobró consciencia propia, llamándose desde entonces
Visión. Civil War comienza con una
misión en el extranjero donde las cosas no acaban nada bien, precipitando una
serie de eventos que tendrán graves consecuencias para los héroes. La primera y
más evidente es la desconfianza que se instala entre todos ellos y el
enfrentamiento físico al que llevará.
Los hermanos Russo,
responsables de El Soldado de Invierno,
una de las mejores películas de toda la saga Marvel, se convirtieron en los nuevos abanderados de la compañía en
detrimento de un Joss Whedon que acabó agotado. Su forma de narrar la acción
resulta clara en pantalla y con esta película demostraron que eran capaces de
subir las apuestas todavía un poco más, si bien carecen de la espectacularidad
en la narración de la que hacía gala Whedon. Junto con los guionistas
Christopher Marcus y Stephen McFeely formaron un compacto equipo en las segunda
parte del Centinela de la Libertad y aquí repiten colaboración, lo que aporta
una serie de detalles continuistas dentro de la franquicia que a estas alturas
son más que necesarios, como la introducción de diferentes personajes, aunque
sea de forma muy breve, que permite situar a Civil War como punto
central de las historias de Steve Rogers, Tony Stark y el resto de Vengadores.
Del primero porque continúa la
trama central planteada en El Soldado de
Invierno, con el misterio tras la resurrección de Bucky Barnes, compañero
del Capi en la II Guerra Mundial y dado por muerto desde entonces, cuando en
realidad ha sido todo este tiempo un eficaz asesino a las órdenes de Hydra. O
las subtramas que tienen a Peggy Carter en su centro y a su sobrina, la Agente
13 que interpretaba Emily VanCamp en el anterior capítulo de la trilogía. Del
mundo de Iron Man no solo nos traemos a un Tony Stark que ha perdido a Pepper
por el camino, sino buena parte de la confianza en sí mismo tras los errores
cometidos con Ultrón, que casi acaban con la humanidad. Refuerzan la conexión
con sus películas la breve presencia del matrimonio Stark –que no resulta nada
casual, según van desarrollándose los hechos- o del general Ross interpretado
por William Hurt que conocimos dando caza de manera salvaje al Hulk de Edward
Norton.
El guion consigue la difícil
tarea de hacer un uso correcto de personajes ya establecidos como Crossbones,
Ojo de Halcón, Máquina de Guerra o el Hombre Hormiga de Paul Rudd, al mismo
tiempo que introduce nuevos, ya tengan o no capacidades sobrehumanas. De estos
últimos hay que destacar la incorporación al Universo Marvel de un actor como Martin Freeman, de sobra conocido
en cine y televisión gracias a sus personajes Bilbo Bolsón en la trilogía de El hobbit o a Watson en la serie Sherlock. En esta ocasión interpreta al
burócrata Everett Ross.
En el primer grupo, el de los
superhumanos, hay que destacar la habilidad para introducir dos nuevos
personajes de tanto peso como Pantera Negra y Spiderman, ambos con estrenos
inminentes de sus aventuras en solitario. Al primero porque es un gran
desconocido para el público y hay que presentar poco a poco sus habilidades,
contexto y motivaciones. Y el segundo por todo lo contrario, ya que es un
personaje de sobra conocido que aquí vuelve a la gran pantalla bajo un nuevo
prisma más festivo y adolescente y que tras el estreno de Civil War se concluyó que había sido una de las mejores ideas de
toda la producción. Tanto Chadwick Boseman (Dioses de Egipto) como Tom Holland (Lo imposible) interpretan con convicción tanto la parte más física
de sus personajes como los alter egos del príncipe T´Challa y Peter Parker
–también hay que destacar la versión más joven y atractiva de la tía May,
gracias a Marisa Tomei (Los Idus de Marzo, El inocente, El luchador)-.
Mención aparte merece Daniel
Brühl (Malditos bastardos, Intruders),
que pasa a engrosar las filas de aquellos que han sido elegidos para dar la
réplica a los héroes en las filas de los villanos. Interpretando a un
descafeinado Helmut Zemo, si es que se conocen los cómics originales donde
habita el personaje, su plan para acabar con los Vengadores es lo más
discutible de un puzle realmente difícil de ensamblar, teniendo en cuenta todas
las características que una película de Marvel
tiene que tener por obligación, como continuas escenas de acción cada pocos
minutos, un desarrollo de personajes mínimo pero continuo o las concesiones a
determinados actores como Robert Downey Jr. que sigue acaparando un mayor
protagonismo.
En ese aspecto, la historia
sufre de uno de los males recientes del cine de acción y es su carácter
episódico, ya que la película está ensamblada a base de set-pieces, cada una de ellas en una localización diferente –Lagos,
Budapest, Viena, Leipzig-. A veces resulta difícil destacar una trama general
con tanto cambio y es cierto que en las maquinaciones de Zemo hay más de un
punto importante que no acaba de entenderse y cuyo resultado acaba siéndolo por
voluntad de los guionistas más que por un desarrollo natural de la historia que
nos están contando. Como curiosidad, merece la pena destacar varios puntos en
común con el estreno de Batman Vs Superman. El amanecer de la justicia, que tuvo lugar unos pocos meses antes del de Civil War, como el uso del terrorismo a
través de bombas para influenciar a la opinión pública y, por lo tanto, a sus
máximos dirigentes; el papel destacado de la difunta madre de uno de los
protagonistas o una situación inicial, que actúa de catarsis de la historia,
donde los héroes acaban desacreditados de cara a la sociedad.
Este último punto es quizás
uno de los más interesantes de Civil War
y sin embargo está muy poco explotado, ya que sitúa a los protagonistas ante
una disyuntiva clara: someterse o no a la ley, independientemente de que la
crean justa o no. Y es que este tipo de subtramas más personales, como la culpa
de Stark, el dolor y la pérdida de Steve Rogers o su relación con Bucky, con
jugosos flashbacks a su juventud en
Brooklyn, quedan sepultadas ante tanto fuego de artificio.
Los hermanos Russo se manejan
mejor cuando la acción tiene lugar a pie de calle, como la primera intervención
de los Vengadores en Laos. Manejan bien a los personajes y el escenario. Lo
mismo se puede decir de la persecución en Budapest, al menos cuando esta tiene
lugar dentro de un edificio –luego, en el túnel los efectos visuales quedan
algo raros, sobre todo cuando corren, aunque hay más de una escena destacable-.
La huida de Bucky es igual de interesante.
Es en el aeropuerto donde los
Russo se gradúan, sobre todo teniendo en cuenta la enorme cantidad de
personajes que van a tener que manejar en la siguiente parte de los Vengadores.
Sin embargo queda la sensación de que se ha perdido espectacularidad y emoción
con la marcha de Whedon, que ha sido suplida hábilmente por el sentido del
humor que aportan actores como Paul Rudd o el impresionable Spiderman de Tom
Holland. Los Russo no pueden evitar emparejar a los héroes para mostrar los
diferentes enfrentamientos en pantalla, por lo que en ese aspecto tienen mucho
en lo que mejorar. Es de nuevo en los minutos finales, cuando todo se reduce a
un cara a cara entre Iron Man y el Capitán América, con el Soldado de Invierno
atrapado en medio, donde se cambia el tono festivo de la secuencia anterior por
otro más emocionante y serio. Hay incluso una escena calcada de una de las
portadas míticas del cómic original –no es lo única vez que esto ocurre: en el
funeral al que asiste Steve Rogers hay unos diálogos sacados directamente de un
tebeo de Spiderman que en su momento me parecieron de lo mejor del crossover marvelita, con un Capitán
América que intentaba explicar sus argumentos a su ahora enemigo-.
Por si todo lo que hemos visto
hasta ahora no fuera suficiente, Capitán
América Civil War también contiene el mítico cameo de Stan Lee, así como
dos escenas post créditos, dedicadas cada una de ellas a los próximos héroes Marvel en tener película, de modo que
tenemos un vistazo a Wakanda y a la habitación de Peter Parker respectivamente.
Siendo la película más
taquillera en el año de su estreno, el éxito de la franquicia Marvel sigue siendo indiscutible, sobre
todo en este tipo de producciones ligadas a los Vengadores donde interaccionan
una buena parte de los héroes de la compañía. Pese a tratarse de una historia
del Capitán América, está tan ligada al resto de franquicias que en realidad se
puede considerar como una tercera parte de la saga de los héroes más poderosos
de la Tierra. El sentido del humor y la diversión siguen siendo el signo de
identidad de Marvel Studios, junto a
una serie de personajes carismáticos y continuas y espectaculares escenas de
acción, que quedan bien resueltas en pantalla, de forma clara y amena, si bien
es cierto que se ha perdido algo de la sorpresa y del ritmo emocionante que
Whedon conseguía darle al conjunto.
Por otro lado, se trata de un
guion complicado que tiene grandes lagunas, pero que teniendo en cuenta la
enorme cantidad de limitaciones que tienen por parte de la productora,
demasiado bien ha resultado al final –pocas son las películas donde se introducen
tantas cosas nuevas y que al final funcionen medianamente bien-. No deja de
haber algunos sacrificados por el camino, muchas veces en los apartados
técnicos, como por ejemplo la música, un elemento intrascendente en esta
película y eso que en la anterior El
Soldado de Invierno me pareció una mejora respecto a otras.
Queda por ver si la situación
que dejamos cuando pasan los créditos durará y tendrá consecuencias para los
personajes o si por el contrario apenas se mencionará en futuras sagas. Desde
entonces se han estrenado otras dos películas Marvel, cada una de ellas ambientada en su propia parcela: el
misticismo del Doctor Extraño y la space-opera de los Guardianes de la Galaxia Vol. 2. Ya sabemos que Tony Stark
aparecerá como secundario en Spider-Man Homecoming
y está por ver las conexiones en Pantera
Negra. El universo Marvel no deja
de crecer en múltiples direcciones y todavía nos queda mucho por disfrutar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario