Tan solo 3 años han pasado
desde The Amazing Spider-Man 2. El poder de Electro (2014), poco tiempo para que Sony
haya optado por un nuevo reinicio de la franquicia, el segundo ya desde que Sam
Raimi estrenara su versión en 2002. Aunque esta vez hay una diferencia
fundamental: la colaboración con Marvel
Studios, que ha integrado a Peter Parker en su particular universo con todo
el acierto del mundo.
No solo porque en su amplio
repertorio de secundarios se integran con cierta naturalidad el Tony Stark de
Robert Downey Jr. o el Happy Hogan de Jon Favreau –director de la fundacional Iron Man y de su secuela Iron Man 2- e incluso la recuperación
de Gwyneth Paltrow como Pepper Potts tras su desconcertante desaparición de la
franquicia; sino por aportar un contexto familiar para el aficionado donde no
es necesario detenerse ni siquiera en volver a contar los orígenes del héroe,
no digamos ya de explicar sus poderes –el sentido arácnido, por ejemplo, brilla
por su ausencia-.
Eso permite meternos de lleno
en la vida de un Peter Parker distraído por sus posibilidades de ser Vengador y
que no acaba de tener claras sus prioridades en la vida, lo que le provoca no
pocos problemas a la hora de vivirla, un clásico en la historia del personaje
que lo define. En ese momento de confusión, acaba topándose con un traficante
de armas y tecnología alienígena que puede suponer la oportunidad que estaba
buscando para impresionar a Stark y ganarse así su pase a las instalaciones de
los Vengadores.
Marvel continúa con su política de dar salida a jóvenes directores desconocidos
para el gran público, si bien es cierto que con Jon Watts no ha acertado tanto
como con la incorporación de James Gunn, responsable directo de Guardianes de la Galaxia y de su
secuela, el Vol. 2. Watts no lo hace
mal, pero no aporta nada visualmente que se desmarque de las anteriores
versiones del héroe en la gran pantalla y el enfrentamiento final en el avión
no queda todo lo claro que me hubiera gustado. Sin embargo, la secuencia que
tiene lugar en Washington sí que me parece de las mejores de toda la
franquicia, pese a su sencillez. Lo único destacable en cuanto a esta parte de
los efectos es la incursión del traje tecnológico de Stark, no solo fuente de
buena parte de los golpes de humor, sino de las ideas originales de la
película.
Tom Holland (Lo imposible) interpreta al Peter
Parker más joven e inseguro, pero también al más charlatán y gracioso. Su
Spiderman es más inexperto y fallón, pero igual de comprometido con la idea de
ayudar a sus semejantes. La única pega que le puedo poner no es tanto al actor
como al guion de la historia, ya que en muchas ocasiones parece que está más
preocupado por hacer méritos, sin tener en cuenta las consecuencias de sus
actos, que por convertirse en un verdadero héroe y no acabo de ver que
evolucione en ese sentido. También es fácil apreciar la influencia del
guionista Brian Michael Bendis y de su Ultimate
Spider-Man en esta película, con todos los colegas de Peter del Instituto,
mucho más aprovechado que en las anteriores entregas de la saga.
Michael Keaton (Birdman, Spotlight) compone un villano
bastante creíble, de los mejores que hemos visto en el Universo Marvel Cinematográfico, uno de los puntos débiles de la
franquicia. Marisa Tomei (El luchador,
El inocente, Los Idus de Marzo), a sus 52 años, se encarga de una
sorprendente tía May a la que los guionistas sacan mucho partido a base de
guiños y bromas –introducida con gran acierto junto al joven Peter y su alter
ego en Capitán América: Civil War-.
Y no son los únicos: hay menciones a otras películas, cameos bastante graciosos
del Capitán América y menciones a Star Wars y a los cómics del personaje –hay un homenaje muy sentido a una de las
escenas más míticas dibujadas por Steve Ditko-.
Homecoming es la película más divertida de toda la saga del
Trepamuros en cine, sustituyendo la épica y la tragedia por un sentido de la
aventura muy conseguido. Se apuesta por el ambiente de instituto y por la
integración total con el resto de películas de los Vengadores, lo que le
permitirá seguir estando presente en secuelas, tanto si son propias como de otros
personajes de la franquicia.
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