Una de las historias más
míticas del dúo Goscinny-Morris, publicada en 1967 con motivo del veinte
aniversario del personaje y con una de las mejores portadas que realizó Morris
–uno de los pocos peros que le puedo poner a este fantástico dibujante; no
acabo de entender por qué en muchas ilustraciones promocionales mejoraba y por
mucho las que finalmente llegaban a la portada del tebeo-. Además, tras ser
serializado en la revista Spirou,
como era habitual, se recopiló y publicó por primera vez bajo el sello de Dargaud, en el que permanecería
muchísimos años.
Aunque esta aventura comparte
nombre, al menos en su traducción al español, con la famosa película de John Ford
y John Wayne de 1939, no se trata de una parodia o adaptación de la misma,
aunque estaba claro que ambos autores la habían visto e interiorizado, porque
se confesaban grandes amantes del séptimo arte –no hay que olvidar los inicios
en la animación del dibujante-. Una de las características del dibujo de
Morris, paródico y caricaturesco, tenía su mejor expresión en la cantidad de
secundarios con caras conocidas que poblaban sus páginas. Sin ir más lejos, en La diligencia podemos encontrar a John
Carradine como pasajero o a Alfred Hitchcock como dueño de un saloon –el propio Lucky Luke nació a la
sombra de la desgarbada y alta figura de Gary Cooper, aunque sin llegar a ser
una caricatura del famoso actor de Solo
ante el peligro-.
Lo que sí toma Goscinny de La diligencia de Ford es, no tanto la
trama central, asentada en los suficientes elementos históricos para dotarla de
cierta veracidad, sino en la gracia que tiene ver a una serie de personas a
priori sin nada en común ir modificando sus caracteres y evolucionando como
personajes a lo largo del recorrido, al ir relacionándose entre ellos.
El detonante sí tiene un punto
original y algo loco: la Wells Fargo,
la empresa de diligencias más importante del Oeste, con sede en Denver,
publicita un viaje hasta San Francisco con un enorme cargamento de oro, para
así demostrar ante sus potenciales clientes que no le teme a nada. Para
asegurarse el éxito, junto a su mejor conductor se contrata a Lucky Luke como
escolta, por lo que ambos deberán liderar una carrera de obstáculos no solo
contra los peligros naturales del camino, sino contra una buena cantidad de
bandidos y asaltadores que quiere echar mano del botín –y donde hay que
destacar a Black Bart, un delincuente de vena teatral tanto en su disfraz como
en los poemas que dejaba en los escenarios de sus robos que existió realmente a
finales del siglo XIX-.
La historia es trepidante y se
beneficia de dos recursos en los que Goscinny y Morris eran maestros: la broma
recurrente –las patatas con tocino, las continuas apuestas, las manías de los
pasajeros, los nombres de los caballos- y la habilidad gráfica del segundo para
caracterizar a sus personajes, sin huir de los estereotipos pero sin llegar a
ser cansino en ningún momento.
Una de las mejores aventuras
del cowboy solitario.
Caricatura de Hitchcock |
Hola, muy lindo tu blog! Que otras historias de Lucky Luke consideras de las mejores (puede ser aun en la etapa post Morris)
ResponderEliminarPues la etapa actual, que empezó tras la muerte de Morris, no está nada mal. Buen nivel de guion y dibujo. Aunque las mejores son las del duo Goscinny-Morris, tras la muerte del primero el segundo todavía consiguió sacar un buen puñado de buenas historias. Hay donde elegir, la verdad.
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