Las aventuras de Valerian y
Laureline se publican en España de la mano de Norma Editorial, que agrupa varias entregas de la colección en
vistosos tomos en tapa dura y tamaño de álbum europeo. Llevaba tiempo queriendo
acercarme a uno de los clásicos del cómic de la ciencia-ficción y el estreno de
la película de Luc Besson (Adele y el misterio de la momia) me ha parecido el mejor momento posible.
Sin embargo, cuál ha sido mi
sorpresa al abrir el primer tomo de la colección y descubrir que los tres
álbumes originales que contiene no son los primeros de la serie sino el
segundo, tercero y séptimo. Respectivamente, El imperio de los mil planetas (1971), El país sin estrella (1972) y Mundos
ficticios (1977). Así que era necesario un poco de investigación para
entender las razones de la editorial para empezar por la recopilación de estas
aventuras, publicadas en tomo en su país de origen por la editorial Dargaud.
Para ello hay que trasladarse
a Francia, al final de la década de los sesenta. René Goscinny, mientras
guionizaba las mejores aventuras de Lucky Luke, se atrevió a fundar una nueva revista de cómic, la hoy mítica Pilote, donde hicieron su debut
personajes como Astérix y Obélix o el teniente Blueberry. Pierre Christin y
Jean-Claude Mézières, guionista y dibujante, amigos y compañeros de trabajo,
comenzaron a hacer sus pinitos hasta que surgió la oportunidad de crear una
nueva historia –primero lo intentaron con el western, pero la revista ya tenía
un abanderado en ese género, así que se decantaron por la ciencia-ficción,
incipiente en aquella época y desconocida para la mayoría del público-
protagonizada por un joven aventurero llamado Valerian, perteneciente a un
cuerpo de agentes espaciotemporales del siglo XXVIII, nacido en Galaxity, capital del Imperio Galáctico.
En sus primeras aventuras el viaje en el tiempo tenía un peso mayor que
cualquier característica de la ciencia-ficción y estaban ligadas por un villano
común y una subtrama que las unía. Laureline, una joven pelirroja que en un
principio jugaba un papel de damisela en apuros, acabó conquistando al público
y convirtiéndose en compañera del héroe –aunque el título del cómic no
incluiría su nombre hasta muchos años después-.
Esas primeras aventuras son
las que Norma ha decidido saltarse en
esta edición, comenzando con muy buen ojo con El imperio de los mil planetas. No solo es un punto inmejorable
para subirse a la serie, sino que también es una espléndida aventura en todos
los sentidos. A partir de aquí Christin y Mezières –y la colorista Evelyn
Tran-Lé, compañera inseparable del segundo en el tablero de dibujo- apostaron
de manera clara por la space-opera,
sentando una serie de precedentes que aun hoy en día siguen estando vigentes,
homenajeados y copiados mil y una veces desde entonces –Luc Besson, en su
adaptación a la gran pantalla, ha tomado como partida esta aventura, junto con
alguna otra de la longeva saga-. En ella podemos ver la nueva dinámica de la
pareja, tanto en su relación personal como en lo que toca a su trabajo, ya que
son exploradores al servicio de Galaxity.
En el álbum que nos ocupa, llegarán a la capital de un extenso imperio ajeno a
la Tierra para hallarla subyugada por una especie de culto religioso denominado
los Entendidos. La presencia de los
extranjeros iniciará una pequeña revolución que puede tener consecuencias
inesperadas para el Imperio Galáctico.
Se trata de un álbum
magnífico. Hay un despliegue enorme de ideas brillantes, plasmadas por un artista
en estado de gracia capaz de dibujar prácticamente cualquier cosa imaginable,
con una ambientación medieval con cierta influencia de aparatos mecánicos y
científicos imposibles. Hay giros de guion, un misterio que resolver, acción y
aventura –el sentido del humor ligero está muy presente en todo momento-,
intrigas palaciegas y un final arriesgado y sorprendente. Sin dejar de lado
cierta crítica social a la superchería con la que muchos pueblos se dejan
gobernar. Por supuesto hay multitud de criaturas alienígenas, si bien la
inmensa mayoría de seres inteligentes tienen apariencia humanoide. Como
curiosidad, también hace su aparición XB982, la nave espacial de la pareja, que
les acompañará desde entonces en todos sus viajes.
El país sin estrella retoma esas viejas historias de un planeta
hueco donde ha florecido una civilización inteligente. Los Agentes se
encuentran celebrando la incorporación de nuevos mundos de colonos al Imperio
cuando detectan la llegada amenazadora de un planeta errante en rumbo de
colisión, al que acaban accediendo para poder determinar si hay alguna manera
de evitar la catástrofe. Allí se encuentran una sociedad dividida por un
enfrentamiento que dota de un nuevo sentido a la manida expresión guerra de sexos; ya que un ejército de
hombres comandado por severas mujeres debe enfrentarse a otro de mujeres
liderado por unos hombres demasiado sensibles y refinados. Una absurda guerra
que amenaza con llevar la destrucción a todos y que da la posibilidad al
dibujante de lucirse con exageradas batallas aéreas a bordo de barcos
voladores. Resulta imposible no detectar una ambientación deudora de la saga Dune o elucubrar si el bikini que luce
Laureline durante buena parte de la aventura sirvió de inspiración a George
Lucas para el mítico atuendo de la princesa Leia en El retorno del Jedi.
También hay que destacar que
aquí se deja bien claro que Laureline no es una mera comparsa del héroe. Ambos
se separan al inicio de la aventura –Valerian es más impulsivo y la pelirroja
da muestras de ser mucho más inteligente y calmada- y deben tomar su propio
camino para salvar la situación. Y lo hacen como iguales.
La inclusión de Mundos ficticios me desconcierta un
poco. Se trata de una historia que juega desde el mismo comienzo con un enorme
misterio y una serie de situaciones que sacan de juego al lector, ya que nos
encontramos a Valerian llevando a cabo una importante misión en diferentes
épocas históricas del planeta Tierra… y muriendo en todas y cada una de ellas.
Un inicio muy potente para una trama de ciencia-ficción pura y dura que nos
permite disfrutar de diversos escenarios como la India en los enfrentamientos
coloniales; la guerra de trincheras en suelo francés; la Londres del siglo XIX,
San Francisco, la Belle Epoque
parisina…
Se trata de una historia muy
buena, sin duda, con un gran misterio y un mejor desarrollo, repleta de
sorpresas y que no confía en dejarle nada mascadito al lector. Lo que no acabo
de entender es la razón de su inclusión junto a las dos anteriores en este
tomo.
Pero en definitiva, no puedo
dejar de recomendar esta serie de aventuras trepidantes, un auténtico clásico
del cómic franco-belga que hasta hace muy poco todavía seguía publicándose. Y
qué mejor momento para empezar que con el estreno de la película.





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