sábado, 23 de marzo de 2024

La casa del callejón, de David Mitchell

 

La primera vez que conocí el trabajo Mitchell fue con la publicación, gracias al extinto Círculo de Lectores, de El Atlas de las Nubes, allá por 2013. Después le perdí la pista al autor, aunque la historia me había parecido interesante, con una mezcla de géneros y una estructura narrativa ambiciosa que al final resultaba de lo más entretenida. 

Sus escarceos con el cine no me llamaron especialmente la atención y no ha sido hasta ahora que me he topado por casualidad con una novela corta suya, publicada en 2015 con el título original de Slade House -y que en España se ha editado en la colección Literatura Random House-. Lo que ha sido toda una suerte, porque he disfrutado mucho de esta historia de fantasía oscura con alguna que otra reminiscencia a autores contemporáneos como Neil Gaiman, uno de los autores más destacados en esta materia; o a clásicos indiscutibles como H. G. Wells, que escribió La puerta en el muro en 1906, un relato corto que por fuerza recuerda a esta historia de Mitchell en la que un extraño portón de hierro aparece en un callejón de Londres, al lado del típico pub decadente. 

En ambas historias, cuando se atravesaba su umbral, el incauto curioso accedía a un pasaje a priori idílico. Y, en el caso de la novela que nos ocupa, un jardín alrededor de una mansión cuyas proporciones desafían toda lógica, sobre todo por encontrarse entre dos calles de un simple barrio obrero de la capital inglesa. 

La casa del callejón es una de esas novelas que se leen en un suspiro. Mitchell consigue el ritmo perfecto para un relato que juega a repetir la misma estructura narrativa una y otra vez, hasta en cinco ocasiones. Para ello es importante que la historia tenga la duración justa y necesaria, como ocurre en este caso, apenas 220 páginas. La acción también transcurre a lo largo de varias épocas, un rasgo que ya se ha convertido en definitorio de este autor británico. El punto de vista, en primera persona, va rotando por varios personajes muy diferentes entre sí y que nunca acaban de relacionarse entre ellos a lo largo de las páginas. 

Historias sobre casas encantadas hay miles y resulta curioso como todavía es posible, por parte de algunos autores, seguir sacándole punta a una premisa de lo más sencilla y que en su concepción más simple no es más que un espacio cerrado del que de repente ya no podemos escapar -no hace mucho leí Piranesi, otra novela de fantasía británica que me gustó mucho y que me ha recordado en ciertos momentos a esta-. 

Otra curiosidad sobre esta novela es que nació en Twitter, cuando la popular red social todavía se llamaba así, como un relato ambientado en el mismo universo creativo en el que se desarrollaba su anterior novela, Relojes de hueso. Mitchell es también uno de esos autores aficionados a interconectar todos sus trabajos a través de personajes y situaciones y La casa del callejón no es una excepción. 

La fantasía, la magia y el terror se dan la mano en esta novela corta absorbente y entretenida, que se lee con facilidad y que juega con una estructura a priori sencilla pero que no es tal, ya que necesita de un ritmo adecuado y de un final a la altura para contentar al lector. La casa del callejón tiene todos estos ingredientes y de ahí que resulte una lectura de lo más recomendable para los amantes del género. 

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