domingo, 16 de marzo de 2025

Todo esto te daré, de Dolores Redondo

 


Manuel recibe una inesperada y terrible noticia: su marido ha sufrido un accidente de coche y ha muerto en el acto. Sin embargo, el lugar del siniestro no tiene sentido, ya que todo ha ocurrido en Galicia, en la Riviera Sacra, cuando la realidad es que Álvaro debería encontrarse en Barcelona en viaje de negocios. 

Además de lidiar con el duelo, el protagonista, maduro y reconocido escritor de prestigio, deberá marchar a Galicia a intentar desentrañar la razón última por la que Álvaro se encontraba allí, descubriendo un pasado oculto de aquel con el que creía no tener secretos y con el que llevaba conviviendo más de una década. Por si todo esto no fuera suficiente, la investigación policial se cierra demasiado rápido por lo que, si quiere esclarecer la situación, solo podrá contar con la ayuda de dos improvisados compañeros: Nogueira, un guardia civil ya retirado y Lucas, un sacerdote amigo de la infancia de Álvaro. 

No tiene que ser fácil para ningún escritor enfrentarse a su siguiente obra tras un éxito tan grande como el vivido por Dolores Redondo con la publicación de la Trilogía del Baztán. Sin embargo, esto no parece que le afectara demasiado porque con esta novela, publicada en 2016, dos años tras el desenlace de la mencionada trilogía, ganó el Premio Planeta y también vendió millones de ejemplares en todo el mundo, ya que se trata de una historia traducida a innumerables idiomas. 

En ella su autora no abandona el género negro que tan buenos resultados le había dado hasta entonces, pero sí que plantea un juego con reglas diferentes, ya que aquí no nos encontramos ante ningún profesional que pueda contar con innumerables recursos a su disposición, sino con un par de aficionados que, debidamente guiados por un guardia civil jubilado, van avanzando a través de las pistas y los misterios planteados –la presencia de Nogueira le sirve a Redondo para desatascar la trama cada cierto tiempo, ya que a su experiencia hay que añadir sus antiguos contactos en la empresa, muchas veces dispuestos a echarle una mano con sus pesquisas-. Lo que sí vuelve a jugar Redondo es esa baza geográfica que tan buenos resultados le dio en sus novelas anteriores, llevándonos esta vez a una zona de Galicia donde se cultiva un vino exquisito de una forma un tanto particular y en la que todavía habitan ciertos aspectos del pasado, ya que el fallecido pertenecía a una de las familias nobles más importantes del lugar, los Muñiz de Dávila, dueños de negocios y tierras en los alrededores desde hace décadas, lo que afecta directamente a la relación que tienen con el resto de habitantes de la zona -que o bien trabajan para ellos o les tienen un respeto y temor más propio de otra época-. 

La novela juega en dos campos. Por un lado, la investigación criminal. Por otro, el drama humano al que se enfrenta el protagonista, obligado a descubrir una vida oculta de la persona que amaba de la que no sabía absolutamente nada. Para avanzar en el primero, se ve obligado a profundizar en el segundo, pese a todo el dolor que pueda ocasionarle –el pasado inmediato de los Muñiz de Dávila está marcado a fuego por las apariencias, por lo que será necesario desentrañar algunos de los escándalos que en su momento se taparon, a veces con la conveniencia de la autoridad, como la muerte accidental de uno de los hijos o la razón por la que Álvaro abandonó a su familia para nunca más hablar de ellos-. 

No hay nada que achacar a la parte policial. Redondo ya ha demostrado con creces que se maneja muy bien en el género y aquí no es diferente. Sabe cómo ir desenredando la madeja para atrapar la atención del lector durante las más de seiscientas páginas que tiene la novela, mucho más extensa que sus anteriores –y con un toque más realista también, aunque tiene algún guiño a esa especie de realismo mágico que impregnaba buena parte de la trilogía del Baztán-. La sorpresa llega cuando el lector se sienta tan atraído por las zozobras interiores del protagonista como por la resolución del caso criminal. Y es que Redondo consigue que nos interesemos no solo por él, sino por la relación que va construyendo junto a sus dos nuevos compañeros, forjando una amistad a tres bandas que es fuente de varios de los mejores momentos de la novela –en especial uno concreto de revelaciones en torno a una mesa de un pequeño bar de pueblo que es una de esas escenas que se quedarán con el lector por mucho tiempo, tal es la emoción que desprende la escritura de su autora-. 

Todo esto te daré también tiene todos los ingredientes para convertirse en una buena serie –yo me la imagino como una de esas producciones de Bambú a lo Gran Reserva que TVE estrenaba cada cierto tiempo y no solo por el tema vinícola, sino por el drama de familia-. Ya hay una o varias adaptaciones en desarrollo y seguro que no pasa mucho tiempo antes de que podamos verlas en la pequeña pantalla –también ha sido adaptada al mundo de las viñetas-. 

De vuelta a la novela, hará las delicias tanto de los aficionados a la propia autora como de los que disfrutan de una buena historia policiaca o de aquellos que prefieren el drama con familias acomodadas que guardan esqueletos en el armario, ya que resulta en todo momento de lo más entretenida.

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