viernes, 12 de septiembre de 2025

Las aventuras del capitán Alatriste II: limpieza de sangre, de Arturo Pérez-Reverte

 

Tras la aventura de los dos ingleses que se nos narró en la anterior novela de la saga, Alatriste está dispuesto a abandonar Madrid y reincorporarse a su antiguo tercio de Flandes, el Tercio Viejo de Cartagena, aunque la herida que lo obligó a retirarse momentáneamente del servicio no haya curado del todo. Cuando todavía se debate sobre si llevarse a Íñigo o no con él, se cruza un nuevo trabajo que, aunque remunerado generosamente, entraña un extraordinario peligro. 

En un convento de Madrid unos frailes muy bien situados de cara a la Corte gozan de impunidad a la hora de aprovecharse de las novicias. Una familia bien avenida de Valencia, padre y dos hijos, necesitan la ayuda de Alatriste y de Francisco de Quevedo, que se ve envuelto en esta aventura merced a una deuda de honor, para asaltar el convento en plena noche y liberar a una joven -hija y hermana-. Teniendo en cuenta que tal osadía está ya de por sí penada con la muerte, tampoco sería mucho más importante el hecho de que la familia en cuestión no puede acreditar su limpieza de sangre. Es decir, su ascendencia de cristianos viejos, ya que en su pasado hay sangre judía. A menos que eso signifique la aparición de un actor inesperado en el lance: la Santa Inquisición. 

Limpieza de sangre (1997) es una continuación directa de El capitán Alatriste, publicada tan solo un año después de que el personaje apareciera por primera vez en las librerías. Pérez-Reverte lo ha tenido claro desde el principio: esta es su oportunidad para dar salida a una saga de aventuras con todas las de la ley y más allá de repetir algunos esquemas, como la narración en primera persona de un Íñigo Balboa que ha sobrevivido a los hechos y que se encuentra en su vejez, echa mano de prácticamente los mismos personajes secundarios de la anterior novela. Al mencionado Quevedo hay que sumar a Álvaro de la Marca, Conde de Guadalmedina o al Conde de Olivares, valido y hombre de confianza del rey Felipe IV; y en el lado de los enemigos a Fray Emilio Bocanegra, al espadachín italiano, asesino a sueldo, Gualterio Malatesta y, sobre todo, a los Alquézar, tío y sobrina, el primero con una cada vez mayor ascendencia y poder en la Corte y la segunda con un mayor dominio cada vez sobre los pensamientos del joven e impresionable Íñigo. 

Destaca en esta aventura un mayor protagonismo de Juan Vicuña, antiguo soldado que ahora regenta una casa de juego y apuestas, lugar ideal para que Alatriste pueda esconderse durante un tiempo y cavilar sus opciones. El jefe de corchetes Martín Saldaña también vuelve a aparecer de forma menos determinante que en la anterior novela y por primera vez se menciona un personaje que irá ganando en protagonismo en futuras novelas, el aragonés Sebastián Copons -si incluso hay un breve intercambio de pareceres entre el protagonista y Cagafuego, con el que se topó en su breve estancia en la prisión, cuando lo conocimos por primera vez en los inicios de la anterior novela-. 

Reedición con nueva portada, más colorida, de Limpieza de sangre

El autor de El tango de la Guardia Vieja no deja de lado la cuidada naturaleza de la ciudad de Madrid en el año 1923, cuando apenas el cuarto Felipe lleva un año a las riendas del imperio más poderoso sobre la faz de la tierra. Limpieza de sangre comienza con una corrida de toros en la plaza Mayor y finaliza con un Auto de Fe en el mismo lugar -sin dejar de lado la forma tan particular de expresarse que tiene Íñigo, lo que sin duda añade un extra a la hora de crear la ambientación necesaria del relato-. A cambio, hay que reconocer que la trama central es muy parecida a la de la anterior novela: en su condición de espadachín a sueldo, Alatriste toma de nuevo un trabajo que acaba saliendo mal, por lo que luego tendrá que afrontar las consecuencias. En este caso todavía mayores que en la anterior aventura, ya que los enemigos que contrajo han vuelto con renovadas energías y además con todo el poder puesto a su disposición por el Santo Oficio, que hará presa en uno de los protagonistas -aprovecho para recomendar El hereje (1998), una estupenda novela histórica de Miguel Delibes en la que se narra uno de los últimos Autos de Fe que tuvieron lugar en nuestro país-. 

También hay que reconocer que Pérez-Reverte se salta a la torera cuando le interesa el punto de vista del relato, ya que buena parte de este transcurre con Alatriste y su cada vez más querido Íñigo separados. Esto ya ocurría en la anterior novela, pero aquí se nota más y la excusa de que Alatriste, cuya laconicidad es una de sus características más importantes como personaje, cuente a Íñigo todo lo que le ha ocurrido a toro pasado con ese lujo de detalles, resulta cada vez menos creíble. 

A cambio, la novela es del todo continuista con la anterior e igual de entretenida, repleta de lances de espada y vizcaína. Con traiciones y lealtades, juegos de poder entre los más altos cargos, carreras y acciones a la desesperada. Su extensión es la justa y necesaria para que se lea en un suspiro y junto con su predecesora forma un díptico que consigue asentar la saga y a sus principales personajes, de cara sobre todo a futuras, y mejores, aventuras -el punto de vista crítico del autor hacia esa parte de la historia, los españoles como pueblo y aquellos que estaban destinados a gobernarlo no desaparece, sino que se acentúa con el papel determinante para las tramas que tiene aquí una de las partes más oscuras de la iglesia católica-. 

En su primera edición Limpieza de sangre también repitió las características de su anterior entrega en cuanto a formato y presentación. Desde las ilustraciones de Carlos Puerta -en la que fue su última aportación a la colección- hasta las octavillas publicadas en sus páginas finales, pasando por el color ocre de su portada en tapa blanda y con solapas -en su primera edición Alfaguara tiró 250.000 ejemplares de esta novela, lo que indica la gran aceptación del personaje entre los lectores-. 

El sol de Breda, siguiente capítulo de la saga, apareció tan solo un año después de la publicación de Limpieza de sangre, lo que también da pistas de la confianza en sus criaturas del autor de El asedio.

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