sábado, 8 de noviembre de 2025

El Batman de Tom King


La consagración definitiva como guionista estrella de DC Comics le llegó a Tom King con su designación en 2006 como nuevo guionista de Batman, una de las grandes series de la editorial que, para colmo, venía de dos de sus etapas recientes más importantes: la liderada por Grant Morrison y la de la dupla Snyder-Capullo. 

Hasta entonces King había tenido una experiencia previa trabajando en una serie regular, Grayson, junto al guionista Tim Seeley, ya que donde había conseguido destacar era en proyectos autoconclusivos de una duración mucho menor, maxiseries de doce números como la estupenda La Visión, único trabajo hasta la fecha en Marvel -de la mano de Gabriel Hernández Walta-. 

Como suele ser habitual con el personaje más importante de la editorial, no todos los aficionados estuvieron de acuerdo con la labor del antiguo analista de la CIA, que estuvo a cargo de la cabecera hasta 2020 para un total de ochenta y cinco números guionizados más especiales. Y es que desde DC Comics tomaron la decisión de aumentar la periodicidad de Batman, lo que sin duda forzó la mano de King; aunque a cambio hay que reconocer que consiguieron dotarle de un equipo creativo sobresaliente con el español Mikel Janín a la cabeza, lo más parecido a un dibujante titular de la serie y con el que ya había coincidido en Grayson.

Portada a cargo de David Finch

La etapa de King al frente del Cruzado Enmascarado se centra en un par de ideas. La primera es la relación entre Selina Kyle, alias Catwoman, y Bruce Wayne. La segunda es el enfrentamiento del Caballero Oscuro con Bane, que se convierte así en el principal villano de estos números. Y por encima de todo lo demás, una pregunta: ¿podría existir Batman si Bruce Wayne hallara la felicidad? 

Para encontrar la respuesta, King plantea una historia río dividida en arcos argumentales, pero sin renunciar a lo que se le da mejor, que son las historias cortas, por lo que aprovechará la planificación editorial para ir colando tramas que se resuelven en dos, tres números a lo sumo, cuando no en tan solo 24 páginas. Esto también le da la oportunidad de colaborar con un buen puñado de dibujantes brillantes, lo que aumenta el nivel gráfico de la serie. 

Destaca su narrativa, con un uso de las cajas de texto muy particular en el que lo que se nos cuenta en ellas no tiene por qué ocurrir en paralelo con lo que vemos en las viñetas. Esto plantea un reto para el lector, pero cuando sale bien es un recurso estupendo que, sin embargo, cuando sale mal queda como un tostón insufrible y es que King en algunas ocasiones tiene cierta tendencia a utilizar poemas o letras de canciones que cansan un poco y además distraen, que es lo que más dificulta la lectura. Tampoco renuncia a esa forma de disponer las viñetas en la página, la red de nueve que popularizó en su momento Steve Ditko. 

Batman y Catwoman por Joëlle Jones

Resaltar algunos golpes de efecto importantes, como ver a Hal Jordan volándose la tapa de los sesos con su propio anillo; a Superman reventándole la cabeza a Batman de un puñetazo (literal); a Nightwing sobreviviendo a duras penas a un tiro en la cabeza o al resto de los Robin ahorcados en la batcueva. Algunos están mejor traídos que otros, aunque sin duda el más importante es el relacionado con la boda de Batman y Catwoman, verdadero punto de inflexión de la etapa. 

La gran galería de villanos del Caballero Oscuro hará acto de presencia. Aunque el guionista otorga un lugar predominante a los más conocidos e importantes -el Acertijo, el Joker, el Pingüino o Hiedra-, se reserva un pequeño espacio, muchas veces anecdótico, para el resto. Como curiosidad, las principales localizaciones de Gotham City están nombradas en homenaje a los ilustres artistas que han aportado a lo largo de las décadas a la mitología de su vigilante más famoso. Y es que el sentido del humor no es algo ajeno a King, como demuestra en la interacción entre los miembros de las batfamilia o con su fijación con algunos villanos de segunda, como el Hombre Cometa. 

En los primeros pasos de la colección King se pliega al arco argumental clásico de seis episodios con David Finch como principal acompañante, dejando a Mikel Janín como escudero. En Yo soy Gotham, Yo soy suicida y Yo soy Bane el guionista plantea la principal razón del choque entre ambos antagonistas, mientras vuelve a reconectar la relación entre la Gata y el Murciélago -Yo soy suicida es un título que le pega y mucho al Caballero Oscuro de King, ya que, pese a ser un estratega sin igual, pocos son los planes que no acaban con él mismo en una posición comprometida, convertido en un señuelo que aguanta todo tipo de castigo físico y mental-. 

El Batman de Lee Weeks

De esta época es también un estupendo especial dibujado por un Lee Weeks en plena forma en el que se cruzan los caminos de Batman y Elmer, el cazador de los Looney Tunes. Es encomiable no solo el esfuerzo del guionista para facturar una historia donde ambos personajes casen a la perfección, sino el hecho de que el Porkys, un bar que es uno de los principales escenarios de la aventura, acabe existiendo también en la continuidad oficial del personaje, que se deja caer por allí de vez en cuando. 

Hay que destacar también la aparición del dibujante Mitch Gerads, uno de los colaboradores habituales del guionista, con en el que ha demostrado una extraordinaria compenetración en trabajos como El sheriff de Babilonia -la carta de presentación de ambos en el mundillo, en el sello Vertigo- o la estupenda Mr. Milagro. Gerads va a ser un dibujante recurrente en pequeñas historias a lo largo de toda la etapa de King en Batman, destacando un team-up con La Cosa del Pantano o un enfrentamiento de lo más cruento con Mr. Pig donde su particular estilo de dibujo brilla con especial fuerza. 

Otra característica de la etapa de King en Batman es que no está supeditada a ningún evento editorial, con todo lo que ello supone de interrupción para los planes de un guionista. Eso no quiere decir que esté libre de toda servidumbre: a los pocos meses de su llegada tuvo que lidiar con un cruce entre las colecciones de la batfamilia -Los hombres monstruo-, aunque lo más importante es sin duda el cruce que durante dos meses tuvo la colección con The Flash, llamado La Chapa, un preludio a uno de los grandes proyectos de la DC del momento: El Reloj del Juicio Final, en el que los destinos de los personajes del Universo DC se cruzaban con los de Watchmen. Aunque la historia en sí no es del propio King, hay que reconocer que le saca bastante provecho, sobre todo por su colaboración con Jason Fabok -el primer número es una estupenda muestra de su narrativa y en el segundo se plantea una idea que dará mucho que hablar en el futuro de la etapa, al recuperar del universo Flashpoint al Caballero de la Venganza, el Batman encarnado por Thomas Wayne, padre de Bruce-.

El Batman de Mikel Janín

La guerra de bromas y acertijos es una de las sagas más largas de la etapa de King. Dibujada por Janín -aunque tiene truco, porque aquí participa Clay Mann, encargándose de un par de números intermedios en los que el guionista decide centrarse en los orígenes del Hombre Cometa- tiene tantos aciertos como errores. Está narrada en flashback, de modo que Bruce le cuenta a Selina uno de sus “peores” pecados -que luego tampoco es para tanto-. Se trata de un cruento enfrentamiento entre el Acertijo y el Joker poco tiempo después de la aparición de Batman, en el que reclutan a la práctica totalidad de los villanos de Gotham, sembrando las calles de cadáveres de inocentes. Un Batman impotente se ve obligado a tomar una drástica decisión si quiere salvar lo que buenamente pueda de su ciudad. 

Aquí ya se nota que King quiere llegar al número de la boda, pero no le dejan porque tal evento debe coincidir con una efeméride igual de importante. ¿Y qué mejor momento que la publicación del Batman #50 USA? Que, por cierto, resultará ser un número horrible, con un buen montón de pin-ups realizados tanto por los artistas que han participado en la colección como por un buen puñado de nombres clásicos de la historia del Caballero Oscuro situados en medio de la acción, a cargo de Janín, con una interminable perorara del guionista a modo de hilo conductor -solo se salva la escena entre Bruce y Alfred-. 

Así que toca alargar las tramas y meter un buen montón de relleno para llegar al número en cuestión, con algunas historias más interesantes que otras. Debutan en esta etapa dibujantes como Joëlle Jones, con la visita de la pareja a Talia, la madre de Damian. O un encuentro con Wonder Woman que tendría su gracia si no fuera porque esa misma historia se contó hace ya varios años en una de las colecciones protagonizadas por Superman -la cosa va de que el protagonista se queda la tira de años atrapado con Diana en otro mundo, lo que no tiene que ser fácil si tienes a tu mujer esperándote en casa-. A cambio, junto a Clay Mann, se nos cuenta una entrañable y divertidísima historia con una cita doble entre Clark, Lois, Bruce y Selina. También se publicó por estas fechas el segundo Annual de la colección, de nuevo con Lee Weeks a los lápices, con el que King demuestra una enorme sintonía: una estupenda historia entre Batman y Catwoman, cuya relación el guionista sigue explorando poco a poco hasta el momento de dar el sí definitivo -me gusta mucho la idea de que no se pongan de acuerdo sobre cuál fue su verdadero primer encuentro, si el que ocurrió en la cronología de los personajes o el que tuvo lugar en el mundo real-.

Página de Mitch Gerads

El origen de Bruce Wayne es una historia contada en tan solo 24 páginas dibujada por Travis Moore que destaca por su tono de terror, mientras que Mikel Janín da el do de pecho con un miniarco argumental protagonizado por una Hiedra Venenosa que ha esclavizado nada más y nada menos que al mundo entero, superhéroes incluidos. No podía faltar un pequeño enfrentamiento con el Joker -donde el guionista comienza a desvelar sus cartas para el futuro de la colección, aunque queda algo ridículo el hecho de que parezca que todo el mundo sepa que Batman y Catwoman se disponen a oficializar su relación-. 

A cambio tenemos un arco, El regalo, repleto de violencia gratuita y con Booster Gold como principal actor secundario en una perversión por parte del guionista de la mítica historia de Alan Moore con Superman, El hombre que lo tenía todo. El hecho de que sea Tony S. Daniel el que lo ilustra tampoco ayuda. 

Tras el punto de inflexión que supone la publicación del Batman #50 USA, King da lo mejor de sí mismo con un pequeño arco argumental que homenajea a 12 hombres sin piedad, con Bruce Wayne formando parte de un jurado empeñado en defender a Mr. Frío del ataque de Batman. Una idea estupenda llevada a la perfección por los lápices de Lee Weeks. También trae a primer plano a Dick Grayson, ya que va a tener un papel determinante en el siguiente arco -un truco de guionista veterano, en realidad: en unos meses se repetirá con el tercer Annual de la colección, una emotiva historia centrada en Alfred guionizada por Tom Tylor-. La KGBestia o el Pingüino sirven de antesala ante la presentación de uno de los villanos sorpresa de esta etapa final de la colección.

Página de Mikel Janín

Pesadillas, el siguiente arco argumental, está alargado en exceso y solo se salva por la aportación de dibujantes como el mencionado Gerads o Jorge Fornés. A priori son historias autoconclusivas, el campo de juego favorito del guionista, pero el resultado no es el esperado, demasiado confuso. King se prepara para el fin de fiesta, La ciudad de Bane y antes tiene que dedicar algunos números a resumir y explicar todo el grandioso plan del villano en un ejercicio de revisión de todo lo que hemos leído hasta ahora. 

La ciudad de Bane es una macrosaga de once episodios con Mikel Janín como dibujante principal, pero asistido por los lápices de Tony Daniel, un sorprendente John Romita Jr., Jorge Fornés o Clay Mann. La premisa recuerda a la planteada por Christopher Nolan en la tercera entrega de su trilogía del Caballero Oscuro, pero King se la lleva a su terreno con un buen montón de sorpresas, incluida una que definirá su etapa para siempre.   

En este sentido, la despedida del guionista es por todo lo alto, con espacio suficiente para plantear el necesario epílogo y despedirse de sus lectores -recurre a un leit motiv bastante gracioso que ha estado presente durante toda su etapa, la mala racha de juego del equipo de futbol americano de la ciudad-.

El Superman de Clay Mann


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