Doctor Strange (Doctor Extraño), de Scott Derrickson

Película número catorce de la franquicia Marvel en el cine que vuelve sobre la vieja y explotada fórmula con la que se han presentado todos los personajes y cuya eficiencia, a estas alturas, está más que probada. Sobre todo tras los estrenos de varias secuelas como La Era de Ultrón o Civil War, que lo que ganan en espectacularidad lo pierden en su historia, ya que quedan como meros capítulos intermedios sin apenas consecuencia en el desarrollo de los protagonistas.

De nuevo se nos cuenta una trama de superación personal; un camino de autodescubrimiento que lleva al cirujano Stephen Strange de una vida egocéntrica y orgullosa a una nueva de sacrificio y servicio a los demás. Una historia conservadora, que ya hemos visto con anterioridad pero que en esta ocasión, como ya ocurriera con Guardianes de la Galaxia, viene con un envoltorio reluciente y llamativo, empezando por un enorme trabajo de la parte más artística de la producción, logrando trasladar los psicodélicos diseños de Steve Ditko a la gran pantalla y llevando un paso más allá los efectos especiales que pudimos ver en Origen y que sacaban un enorme partido al entorno por el que se movían los personajes.

El resto de la película sigue por caminos habituales: un actor carismático que logra hacerse con el personaje y con el público, un Benedict Cumberbatch (The Imitation Game, El topo) que no lo tenía nada fácil para distanciarse de su Sherlock. El interés romántico que despierta la cirujana a la que interpreta Rachel McAdams (True Detective, Spotlight, Sherlock Holmes, Más allá del tiempo); el secundario de lujo con mucho que decir todavía en esta nueva saga que acaba de comenzar, con el rostro de Chiwetel Ejiofor (12 años de esclavitud, 2012, Serenity); o la curiosa interpretación de Tilda Swinton (Tenemos que hablar de Kevin, Snowpiercer, Benjamin Button), en una de esas traslaciones de las viñetas a la pantalla que provocan encendidos debates en los aficionados. Por desgracia el principal antagonista de esta película queda de nuevo en un segundo plano, aunque se beneficia y mucho, de esa capacidad que tiene el danés Mads Mikkelsen (Hannibal, La caza, Casino Royale, Furia de titanes) para interpretar villanos.

Derrickson hace un buen papel en buena parte del metraje, con algunas escenas muy logradas, aunque todavía tiene margen de mejora en los combates cuerpo a cuerpo, que quedan un poco deslucidos por la alta velocidad a la que ocurren y que no dejan apreciarlos con claridad. También participa en un guión que sigue administrando grandes dosis de aventura, salpicada de continuos momentos de ese sentido del humor blando tan característico de la franquicia, con la que tiene muy pocos puntos en común, a excepción de la escena post créditos, bastante buena. Apenas un par de frases recordando el accidente casi mortal de Civil War y una revelación sobre la auténtica naturaleza del Ojo de Agamotto.

El desenlace resulta apropiado. Está bien contado y tiene un punto original. Hasta el logo inicial de Marvel Studios ha sido renovado y la inclusión del compositor Michael Giacchino solo puede traer más calidad al Universo Cinemático Marvel.

En definitiva, Doctor Strange es una vuelta a lo mejor que puede ofrecer Marvel, aunque no sea del todo original, ya que ha demostrado que puede reinventar algunos conceptos y venderlos como novedosos, además de seguir expandiendo su universo en las más inesperadas direcciones –ahora con la magia y el multiverso-. Es respetuosa con la creación original de Lee y Ditko; muy entretenida y visualmente llama la atención. Un nuevo éxito de la millonaria franquicia.