HBO ha estrenado este invierno la serie llamada a sustituir en su
parrilla a Juego de tronos, a la que
le queda una única temporada. Y lo ha hecho con una propuesta dramática repleta
de misterio y enmarcada en un ambiente de ciencia-ficción, en cuyo reparto
coral hay que destacar sin duda la presencia del oscarizado Anthony Hopkins (Noé, Thor, Beowulf), que lidera un
variopinto grupo de intérpretes que pueden dividirse sin dificultad en dos:
aquellos que viven dentro del parque y aquellos otros que lo hacen posible.
Porque eso es exactamente Westworld: una atracción turística tan
perfecta que resulta casi imposible discernir quién es en realidad un personaje
de carne y hueso –y por lo tanto un visitante, un cliente- y quién un autómata
con un papel preasignado y que cree vivir en el histórico y salvaje oeste
norteamericano. En el primer grupo tenemos actores conocidos de la HBO como Jeffrey Wright (Casino Royal, Boardwalk Empire),
mientras que dentro del parque podemos encontrarnos con rostros conocidos como
los de Thandie Newton (2012), James
Marsden (la nueva versión de Perros depaja, Superman returns, Un amigo para Frank), Eva Rachel Wood (Si la cosa funciona, Los idus de Marzo,
True Blood, El luchador) y un espléndido Ed Harris, que ya ha demostrado en
más de una ocasión lo bien que le sienta el ambiente western (Appaloosa, Snowpiercer, Dolor y dinero).
El proyecto de esta serie nace
de la insistencia de Warner por
llevar adelante un remake de la película de mismo título que en 1973 escribiera
y dirigiera Michael Crichton (Devoradores de cadáveres), en su debut tras las cámaras y que a mí siempre me ha
parecido como una primera versión de lo que luego sería su novela más exitosa: Jurassic Park. La película tuvo el
suficiente éxito como para propiciar dos secuelas, una de ellas directamente
para televisión.
De la unión de la Warner y de la HBO nace este costoso remake,
liderado por Jonathan Nolan tras finalizar la estupenda Person of Interest, algo que se nota en la sobresaliente producción
y acabado del mismo, repleto de efectos especiales y con dos ambientes
contrapuestos: la de los fríos y ultramodernos laboratorios y el del
polvoriento desierto norteamericano de época. Nolan escribe y dirige el Piloto
y comparte labores de producción con otro nombre conocido en televisión: el de
J. J. Abrams. Entre los nombres propios que participarán de alguna que otra
manera en los siguientes episodios encontramos a Neil Marshall (Doomsday, Centurión), Vincenzo Natali o
el guionista de cómic Ed Brubaker (La escena del crimen, Batman: el hombre que ríe, Catwoman, El Proyecto Marvels).
De momento parece que hay
varias tramas bien marcadas: la primera de ellas sitúa a los científicos y
directores del parque, que deben responder ante sus clientes y ante sus
inversores, siempre intentando llevar más allá la experiencia de interacción
con los autómatas; la segunda sería la que se centra en dichos autómatas y en
su progresivo “despertar”, conscientes cada vez más de su realidad y una
tercera que englobaría a todos aquellos huéspedes que se hayan dentro del
parque en busca de emociones.
El estreno le ha funcionado
muy bien a la cadena, siendo uno de los más exitosos de su historia. Pero
todavía es pronto para juzgar si será capaz de sustituir a un fenómeno de masas
como Juego de tronos –que hay que
recordar que tampoco comenzó siéndolo, ya que las primeras críticas no
reflejaban ningún entusiasmo- y no acabará siendo una Boardwalk Empire, fantásticamente hecha, pero fría y distante para
con el público.




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