Cuando una película termina y
se encuentran desfilando los títulos de crédito, si el público permanece
inmóvil en sus butacas, casi en completo silencio, es que algo extraordinario
ha tenido lugar. No ocurre muy a menudo, pero cuando van pasando los minutos, suena
la música, nadie se mueve y comienzan los comentarios apagados, te das cuenta de
que acaba de finalizar un viaje mágico que resulta muy difícil de realizar
fuera de una sala de cine.
Un monstruo viene a verme juega con las emociones del público, pero
lo hace con respeto, sin apostar por el melodrama barato. Y lo hace combinando
géneros tan antagónicos como el drama más humano y la fantasía, que a priori
puede repeler a un público más adulto y que sin embargo en esta ocasión suma a
un relato que intenta mostrar el paso a la madurez de un chaval de trece años
ante una situación imprevista y que le supera en todos los sentidos. También es
una historia sobre la pérdida y lo que es más importante, una historia sobre
historias. Tras los temas más evidentes que trata la película hay un alegato
sin tapujos por una forma de enseñar y de aprender que cada vez se encuentra
más en desuso, a través de un determinado tipo de historia o fábula que en la
película queda mostrado de maravilla gracias a esas piezas de animación
insertadas con habilidad en medio del metraje y que representan pinturas a la
acuarela.
Hay que felicitar al equipo
técnico de la película, porque ha conseguido un alarde de efectos especiales de
esos que pasan desapercibidos de lo bien hechos que están, siendo todo un
acierto el diseño del monstruo que da pie al título. En vez de apostar por algo
más abstracto y moderno, se ha hecho por lo cercano y familiar. También al
director, porque ha conseguido que todo en la película esté equilibrado, con un
reparto internacional que está perfecto en sus roles, con Sigourney Weaver (Avatar, Luces rojas) a la cabeza,
Felicity Jones (La teoría del todo),
Toby Kebbell o un breve cameo de Geraldine Chaplin. Aunque sin duda hay que
destacar al chaval Lewis MacDougall y el uso que Liam Neeson hace de su voz,
interpretando al monstruo.
Bayona repite algunas ideas
que ya hemos visto con anterioridad en El orfanato o en Lo imposible, como
la relación entre una madre y su hijo en momentos complicados o el
comportamiento de estos últimos cuando la vida les pone las cosas difíciles. También
continúa en una senda donde el uso de los efectos especiales y la producción
técnica son una parte esencial de la película. Su labor tras las cámaras no
hace sino mejorar.
Una buena parte del éxito de
la historia pertenece a Patrick Ness, autor del guión y del libro, un cuento
ilustrado para chavales desarrollado a partir de las ideas de una conocida
escritora infantil y juvenil, Siobhan Dowd, que nunca pudo ver publicado su
último trabajo al fallecer de cáncer de mama.
Una película emotiva y muy
bien realizada, que merece mucho la pena contemplarse en una pantalla de cine.
Pese a las lágrimas.



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