martes, 8 de noviembre de 2016

Jack Reacher, de Christopher McQuarrie

Lee Child es el seudónimo bajo el que se esconde un autor británico de éxito en la novela negra y de acción, merced a su creación más famosa, un antiguo policía militar que decide abandonar el ejército y vivir con lo puesto mientras atraviesa los Estados Unidos de América. Jack Reacher apareció por primera vez en las librerías en 1997 con la novela Killing Floor, a la que siguió tan solo un año después Die Trying. Este mismo año está prevista la publicación de su aventura número 21.

Un personaje popular que vio su adaptación a la gran pantalla en diciembre de 2012 gracias a Tom Cruise y a su productora, que se hicieron con los derechos para adaptar la última novela publicada hasta entonces, One Shot. El éxito de la producción fue relativo: en Estados Unidos recaudó poco más allá de su presupuesto inicial, unos 60 millones de dólares. Fue en el mercado internacional donde consiguió amasar los casi 220 millones de taquilla que han facilitado la vuelta del personaje este mismo mes. Hubo cierta polémica en cuanto a la elección de Cruise para el papel, ya que una de las características más representativas del Reacher literario es su enorme estatura y su apariencia intimidatoria. Algo a lo que Cruise se enfrenta a base de carisma y buen hacer, de nuevo encargándose de las secuencias de acción, peleas cuerpo a cuerpo y carreras de coches incluidas.

Quizás fuera por la manera de venderla o que la fecha elegida para su estreno no fuera la más adecuada; el caso es que Jack Reacher pasó demasiado desapercibida para lo buena película que es. Uno de los mejores ejercicios de género negro moderno que se han visto en los últimos años, liderado por un director que no había llamado mucho la atención hasta entonces pero que supo hacer suya esta película gracias a su reescritura del guión y a un ejercicio tras las cámaras honesto y creíble.

McQuarrie se había hecho un nombre como guionista, trabajando junto al director Bryan Singer en Sospechosos habituales, X-Men o Valkyria, donde coincidió con Cruise, que lo reclutó para reescribir y dirigir Jack Reacher. Tras la cámara, McQuarrie solo había probado suerte una vez con The Way of the Gun, en el año 2000, de ahí la sorpresa al descubrir a un director de lo más interesante, capaz de jugar con el montaje con mucha soltura, como en los prólogos donde se presentan, sucesivamente, al asesino y al protagonista; de rodar escenas de acción de una forma clara y entendible, con peleas cuerpo a cuerpo o una persecución en coche muy lograda; de escribir diálogos elaborados y creíbles o de salpicar la historia con un poco de sentido del humor en torno a la confianza que envuelve al personaje de Cruise en todo momento o con escenas tan curiosas como la que tiene lugar en el baño con los bates de beisbol. También merece la pena destacar el uso que hace de la banda sonora y del sonido ambiente, alternándolas en los momentos clave. Para ello contó con la ayuda del compositor Joe Kraemer.

Aunque Cruise es el absoluto protagonista de la historia, mucho más elaborada de lo que suelen ser las películas de este tipo en Hollywood, más preocupadas por rodar escenas de acción que luego hay que juntar de cualquier manera, viene acompañado de un solvente reparto muy bien escogido. Rosamund Pike (Perdida, Bienvenidos al fin del mundo, An Education, Surrogates) interpreta a una abogada defensora empeñada en contar con la ayuda de Reacher como investigador privado; Richard Jenkins (Bone Tomahawk) es un ambicioso fiscal del distrito; David Oyelowo un efectivo policía y tanto Werner Herzog (Teniente corrupto) como Robert Duvall (The Road) tienen dos jugosos papeles secundarios. También es una de las primeras películas donde aparece el actor de moda Jay Courtney, en el mejor papel que le he visto –no en vano, este tío se ha cargado franquicias como Divergente, Jungla de cristal o Terminator-.

La película funciona muy bien como historia de intriga, con una investigación contada con orden y de forma creíble. Las escenas de acción están intercaladas con naturalidad y lo único que se les puede echar en cara es el desenlace, poco original. El personaje de Reacher está muy bien escrito: resulta misterioso y atractivo, con un punto de sobrado que le hace bastante gracioso.

A McQuarrie le ha ido muy bien desde entonces. Cruise confió en él para escribir sus dos siguiente éxitos, Al filo del mañana y Misión Imposible – Rogue Nation, que también dirigió con tan estupendos resultados que volverá para la siguiente entrega de la saga –aunque las mejores siguen siendo la primera Misión Imposible de de Palma y Protocolo Fantasma-.


Una película muy recomendable que en su momento pasó bastante desapercibida y cuya secuela, según las primeras críticas, parece que no ha igualado ni su carisma ni su calidad. 

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