Después de la pequeña
decepción que supuso El despertar de la Fuerza, no tenía unas expectativas demasiado elevadas ante el visionado de
este primer spin-off de la saga. Al
principio no fue así, siempre he creído que uno de los grandes errores de Lucas
fue no abrir su personal universo a otros guionistas y cineastas, tal y como
había sucedido en el Universo Expandido, de donde salieron un buen
puñado de grandes historias.
De hecho, cuando se anunció
que el encargado de dirigirla iba a ser Gareth Edwards, tenía bastante fe en
que el experimento podía salir muy bien. Edwards venía de dirigir la nueva
versión de Godzilla, una película muy
recomendable donde hacía un uso muy prudente de los efectos especiales en una
gran superproducción, algo que ya demostró saber llevar en su ópera prima, Monsters, la película que le hizo decantarse
por la dirección tras haberse dedicado en exclusiva a los efectos digitales.
Por desgracia, pronto los
rumores saltaron en torno a la labor del director, que fue apartado por la compañía
para así poder rodar de nuevo una serie de tomas, algo que suele ser habitual
en este tipo de grandes superproducciones pero que a veces no casa con los intereses
de los aficionados: la historia de Edwards era demasiado seria, todo un
homenaje al cine bélico y Disney
necesitaba un enfoque más ligero, con muchas más dosis de humor.
Al final Edwards se entendió
con la compañía y algo queda de ese homenaje, con una historia central que no
es sino la de un comando especial de desarrapados que tiene en su punto de mira
un objetivo que acaba convirtiéndose en esencial para la supervivencia de los
buenos, en este caso representados por la Resistencia. Es una pena que la
historia, que tiene un desenlace que brilla a un altísimo nivel, no haya
conseguido desarrollar a sus principales personajes de una manera más
interesante en la primera mitad de película. Sus motivaciones y cambios de
actitud ocurren muchas veces porque sí y eso resta mucha credibilidad a los
personajes. La trama avanza a saltos y apenas hay espacio, pese a que tampoco
hay tantas escenas de acción. ¿Qué ha pasado con esos directores/guionistas que
eran capaces de hacer avanzar sus ideas, sea o no con diálogos al mismo tiempo
que ruedan acción?
La película sobrevive en su
primera mitad gracias a una serie de escenas algo aisladas y a una buena
cantidad de referencias a las películas clásicas, en especial Una nueva esperanza. Y es que Disney
parece empeñada en crear un nuevo género cinematográfico: el metarreferencial,
ya que no son pocas las alusiones que el gran común de los espectadores dejarán
pasar de largo. A veces los guionistas hilan tan fino que hay que estar atento
a un simple diálogo entre dos soldados, sin ninguna repercusión para lo que se
está contando.
Los templos Jedi y los
cristales; al Zatoichi al que
interpreta Donnie Yen; el Saw Guerrera de Forest Whitaker (Arrival, Repo Men), directamente sacado de la serie The Clone Wars; el planeta Mustafar y
la primera aparición de Vader –la segunda es espectacular, de lo cruda y simple
que resulta-; la recreación de los rostros de los actores que participaron en
la película en 1977 o la genial idea de explicar un detalle que a lo largo de
los años se ha convertido en uno de los puntos satíricos más importantes de
toda la saga, ¿cómo es posible que un arma con la Estrella de la Muerte pueda
ser destruida por disparar un torpedo tan pequeñito?
Una lástima no aprovechar un
reparto más variado que nunca, en lo que al tema racial se refiere. Queremos
saber más del sufrimiento y el deseo de venganza que motivan al ingeniero
interpretado por Mads Mikkelsen (Doctor Extraño, Hannibal) –vaya dos taquillazos en los que ha participado este
año- o del pasado oculto de la pareja protagonista, en los rostros de Felicity
Jones (Un monstruo viene a verme, La teoría del todo) y Diego Luna.
También merece la pena
destacar que algo ha quedado de ese tono adulto que se pretendía en los
comienzos del proyecto. La muerte está muy presente a lo largo de todo el
metraje, algo que no suele ser tan habitual dentro de Disney. Y muchos de los principales personajes, pese a que hayan sido
convenientemente suavizados, no son precisamente de carácter heroico, sino
mercenarios y asesinos.
Aunque a veces uno tiene la
sensación de que se ha perdido la oportunidad de hacer algo realmente grande
con la franquicia, el éxito lo tiene asegurado y de aquí a un par de años nos
encontraremos de nuevo con un nuevo spin-off,
quién sabe en qué momento de la historia estará ambientado esta vez. Este
primer experimento no ha salido nada mal, es entretenido, conecta con el
público más fiel y tiene un tramo final realmente conseguido. A partir de aquí
todo debería mejorar.




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