La película del momento,
gracias sobre todo al pleno conseguido en la última ceremonia de los Globos de
Oro y al récord histórico de siete premios: Película, Director, Guión, Actor, Actriz, Banda Sonora y Canción
Original.
No he visto todavía el resto
de películas que participaban, pero suelo ser bastante escéptico ante esta
lluvia de premios. A Hollywood le interesa mucho vender este tipo de fenómenos
y en La La Land encuentro muchas de
las características que la industria del cine adora, como ese tratamiento
nostálgico y algo edulcorado de la meca del cine. Un fenómeno que no hace mucho
ya vimos con el éxito de The Artist.
Lo curioso es que este
proyecto lleva tiempo en manos del director y guionista Damien Chazelle y del
compositor Justin Hurwitz, ambos colegas desde la universidad. El reconocimiento
hace un par de años de Whiplash les
ha permitido llevar a cabo una película que le habían rechazado en más de una
ocasión, ya que no carecía de cierto riesgo: hacer un musical moderno pero sin
renunciar a los aires clásicos del cine de Stanley Donen; contar una bonita
historia, repleta de homenajes, pero sin caer en lo mismo de siempre.
La La Land es un musical que se aleja de otras películas modernas
del mismo género, como la reciente Los
Miserables, donde no había diálogos y solo se cantaba –sin números de
baile- o Chicago, donde sí había esa
mezcla de baile-canción-diálogo, si bien las piezas llegaban a saturar un poco
al espectador. Es decir, Chazelle y Hurwitz filman algunas secuencias de baile
con mucho acierto y cierta novedad en el uso de la cámara, pero no saturan al
espectador en ningún momento.
Y para ello se apoyan en una
historia romántica protagonizada con gran química por Emma Stone y Ryan
Gosling. Stone ya se ganó con mucha facilidad al público con apariciones en Zombieland o protagonizando la comedia
adolescente Se dice de mí. Enamoró a
medio mundo con su Gwen Stacy en The Amazing
Spider-Man 1 y 2 y ha trabajado con Allen o Iñárritu (Birdman). Como curiosidad, ya había
coincidido con Gosling en dos ocasiones antes de este papel: en Crazy Stupid Love, donde ambos
compartían un pequeño pase de baile y en la olvidada Gangster Squad.
Gosling no se queda atrás y es
uno de los actores del momento. Sus papeles en drama con un toque romántico son
su especialidad: El diario de Noa, Blue Valentine, Cruce de caminos o Drive;
papeles que ha sabido alternar con otro tipo más comercial, como sus
apariciones en La gran apuesta y
protagonistas como Los idus de Marzo
y la reciente Dos buenos tipos, donde
está genial.
Como curiosidad, no hay
secundarios en esta historia que pinta una ciudad de Los Angeles de ensueño,
colorida y amable, que contrasta con esa otra visión que de la urbe se da en
otros géneros cinematográficos, oscura y deshumanizada, como el noir o el thriller.
La La Land es una película divertida y revigorizante por momentos,
con un aspecto musical muy cuidado, donde el jazz sale reforzado. Tiene algunas
piezas que son en verdad una maravilla de ejecución técnica y actoral y quizás
solo por eso ya se merezca muchos de los premios y de las críticas positivas
que ha recibido. Pero también es cierto que esto ya lo hemos visto antes, que
Hollywood se vuelca con este tipo de películas y que quizás después de todo no
es para tanto. El desenlace, sin ir más lejos, me parece brillante pero al
mismo tiempo me traslada un mensaje con el que estoy profundamente en
desacuerdo.
Tendrán que pasar algunos días
y ver otras películas, pero tengo serias dudas de que nos encontremos ante lo
mejor del año. Por muchos Oscars que vaya a llevarse.




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