miércoles, 18 de enero de 2017

Luke Cage. Primera temporada

Si por algo se caracterizan las series producidas por Netflix pertenecientes al Marvel Cinematic Universe, es por una cuidada ambientación en la ciudad de Nueva York. Hasta ahora cada una de ellas ha elegido un barrio diferente de Manhattan en el que contar sus aventuras y Luke Cage no es una excepción. Este personaje de cómic que nació en 1972 y que se presentó al gran público como secundario en la estupenda Jessica Jones, deambula por el barrio de Harlem intentando pasar desapercibido en medio de la corrupción política y de las luchas entre bandas que intentan aprovecharse del vacío de poder que ha provocado la caída de Kingpin que vimos al final de la primera temporada de Daredevil.

No es el único punto en común que tienen entre sí todas las series Netflix. Hay continuas referencias, casi siempre a través de rápidos diálogos, tanto a las películas protagonizadas por Los Vengadores como a la historia del personaje en los cómics y que hacen las delicias de los aficionados de toda la vida a los tebeos. También hay un puñado de actores secundarios que se dejan ver, como la Enfermera de Noche que interpreta Rosario Dawson y que en esta serie cobra un inesperado protagonismo.

El aspecto visual también es algo a lo que se presta una merecida atención y que consigue una mayor inmersión en la historia, junto con otros detalles pertenecientes a la cultura negra norteamericana, como la música, muy presente en todos los episodios. De igual manera que lo es la barbería de Pop o las canchas de baloncesto callejero. También hay una especial atención a los personajes secundarios, de donde hay que destacar por fuerza a Misty Knight, la detective de policía interpretada por Simone Missick.

El modo en que Netflix emite las series, poniéndolas a disposición de sus suscriptores de forma completa, permite disfrutar de una enorme cantidad de horas de grabación de una sola tirada, en este caso trece episodios completos de casi una hora de duración cada uno. Es su forma de ver el negocio y parece que cada vez le va mejor. Eso le permite mayor libertad a la hora de manejar los guiones, tomándose el tiempo necesario para desarrollar las tramas y a los personajes. Pero, a cambio, el espectador pierde algo que sí ofrecen el resto de cadenas: la importancia de cada uno de los episodios, no hablemos ya de los cliffhangers de una semana a la siguiente.

En Luke Cage esto se deja notar y a veces parece que la trama principal va alargándose sin mucho sentido, visitando una y otra vez los mismos lugares. También se echa en falta un villano carismático, algo que tanto en Daredevil como Jessica Jones ha resultado ser fundamental. También hay ciertas dificultades por unir el realismo por el que apuesta Netflix en todo momento con los momentos más superheroicos, como la descafeinada pelea del último episodio.

Aun así, a la fórmula parece que le queda todavía cierto recorrido. Hay muchas subtramas de lo más interesantes, sobre todo aquellas que plantean dudas en torno al papel heroico del protagonista, un personaje público y de sobra conocido en el barrio y las relaciones que se ve obligado a llevar con sus vecinos o directamente con la policía. Al igual que Jessica Jones, no tiene una identidad secreta tras la que parapetarse, pero su papel en su comunidad es mucho más activo que el de la investigadora privada, que prefiere pasar todo lo desapercibida que pueda, hermanándolo en ese sentido con Daredevil –si bien este último es más expeditivo a la hora de acabar con los delincuentes que asolan La Cocina del Infierno-.


Netflix y Disney ya han anunciado el siguiente héroe que saltará a la pequeña pantalla, Puño de hierro, el inseparable compañero de Luke en los cómics; así como Los Defensores, donde veremos a todos los héroes de la cadena interactuando entre ellos. Sigue siendo una apuesta arriesgada, pero de momento está funcionando muy bien. 

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