Si por algo se caracterizan
las series producidas por Netflix
pertenecientes al Marvel Cinematic Universe, es por una cuidada ambientación en la ciudad de Nueva
York. Hasta ahora cada una de ellas ha elegido un barrio diferente de Manhattan
en el que contar sus aventuras y Luke
Cage no es una excepción. Este personaje de cómic que nació en 1972 y que
se presentó al gran público como secundario en la estupenda Jessica Jones, deambula por el barrio
de Harlem intentando pasar desapercibido en medio de la corrupción política y
de las luchas entre bandas que intentan aprovecharse del vacío de poder que ha
provocado la caída de Kingpin que vimos al final de la primera temporada de Daredevil.
No es el único punto en común
que tienen entre sí todas las series Netflix.
Hay continuas referencias, casi siempre a través de rápidos diálogos, tanto a
las películas protagonizadas por Los Vengadores como a la historia del personaje en los cómics y que hacen las delicias de los
aficionados de toda la vida a los tebeos. También hay un puñado de actores
secundarios que se dejan ver, como la Enfermera de Noche que interpreta Rosario
Dawson y que en esta serie cobra un inesperado protagonismo.
El aspecto visual también es
algo a lo que se presta una merecida atención y que consigue una mayor
inmersión en la historia, junto con otros detalles pertenecientes a la cultura
negra norteamericana, como la música, muy presente en todos los episodios. De
igual manera que lo es la barbería de Pop o las canchas de baloncesto
callejero. También hay una especial atención a los personajes secundarios, de
donde hay que destacar por fuerza a Misty Knight, la detective de policía
interpretada por Simone Missick.
El modo en que Netflix emite las series, poniéndolas a
disposición de sus suscriptores de forma completa, permite disfrutar de una
enorme cantidad de horas de grabación de una sola tirada, en este caso trece
episodios completos de casi una hora de duración cada uno. Es su forma de ver
el negocio y parece que cada vez le va mejor. Eso le permite mayor libertad a
la hora de manejar los guiones, tomándose el tiempo necesario para desarrollar las
tramas y a los personajes. Pero, a cambio, el espectador pierde algo que sí
ofrecen el resto de cadenas: la importancia de cada uno de los episodios, no
hablemos ya de los cliffhangers de
una semana a la siguiente.
En Luke Cage esto se deja notar y a veces parece que la trama
principal va alargándose sin mucho sentido, visitando una y otra vez los mismos
lugares. También se echa en falta un villano carismático, algo que tanto en Daredevil como Jessica Jones ha resultado ser fundamental. También hay ciertas
dificultades por unir el realismo por el que apuesta Netflix en todo momento con los momentos más superheroicos, como la
descafeinada pelea del último episodio.
Aun así, a la fórmula parece
que le queda todavía cierto recorrido. Hay muchas subtramas de lo más
interesantes, sobre todo aquellas que plantean dudas en torno al papel heroico
del protagonista, un personaje público y de sobra conocido en el barrio y las
relaciones que se ve obligado a llevar con sus vecinos o directamente con la
policía. Al igual que Jessica Jones, no tiene una identidad secreta tras la que
parapetarse, pero su papel en su comunidad es mucho más activo que el de la
investigadora privada, que prefiere pasar todo lo desapercibida que pueda,
hermanándolo en ese sentido con Daredevil –si bien este último es más
expeditivo a la hora de acabar con los delincuentes que asolan La Cocina del
Infierno-.
Netflix y Disney ya han
anunciado el siguiente héroe que saltará a la pequeña pantalla, Puño de
hierro, el inseparable compañero de
Luke en los cómics; así como Los Defensores, donde veremos a todos los
héroes de la cadena interactuando entre ellos. Sigue siendo una apuesta
arriesgada, pero de momento está funcionando muy bien.







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