Hace doce años que este
artista japonés se convirtió en director del estudio MADHOUSE, uno de los más prestigiosos a nivel mundial en el terreno
de la animación, responsable de películas de culto como Ninja Scroll o Vampire Hunter
D y que ha dedicado buena parte de su producción a trasladar, tanto a la
pequeña como a la gran pantalla, adaptaciones de mangas de exitosos autores
como Naoki Urusawa. Para el mercado norteamericano ha trabajado en antologías
como las de Animatrix o Batman: Gotham Knight y ha realizado su
propia versión de personajes Marvel o
de series como Supernatural.
Como curiosidad, el estilo
anguloso del diseño de los personajes de muchas de sus producciones choca con
la animación mostrada en esta película, en cuyo diseño se aprecia un estilo más
tradicional. Es algo que llama inmediatamente la atención cuando se está viendo
El niño y la bestia: lo tradicional
se da la mano con el uso de los efectos especiales y de la animación por
ordenador, que dota de un realismo y de un detalle a los fondos y a la
ambientación extraordinario. El famoso cruce de Shibuya, en la ciudad de Tokio,
se convierte en uno de los escenarios principales de la historia, en contraste
con el reino de Jutengai, un lugar donde bestias antropomórficas viven en paz y
armonía gracias a la práctica de las artes marciales y a una ambientación
tradicional japonesa. Hasta ahí llega, por error, un huérfano humano de apenas
nueve años, Ren, que va a convertirse en pieza clave del devenir de la ciudad:
la figura más importante y respetable de la misma, el Venerable, desea
retirarse y reencarnarse en un nuevo ser, un dios. Pero antes debe elegir un
sucesor, ya que son dos los candidatos dispuestos a ello y que deberán luchar
para probar quién resulta ser más digno. Iôzen es respetable y querido por el
pueblo, mientras que Kumatetsu es un solitario al que nadie aguanta como
maestro. Hasta ahora.
Hosoda inició su carrera como
director en 2006, tras haberse curtido en televisión, principalmente en el
universo Digimon, y haber dirigido
algún que otro cortometraje u OVA de One Piece. Cuatro películas después, se
ha convertido en uno de los directores más importantes de la animación japonesa
y por ende del mundo. Buena prueba de ello es que cuando se estrenó en 2015 El niño y la bestia se convirtió en la
segunda película más taquillera en el País del Sol Naciente ese mismo año.
La película cuida mucho a sus
personajes, aunque sea imposible abstraerse de ciertos arquetipos y el Hosoda
guionista cuida que la trama principal vaya desarrollándose por caminos menos
transitados, dejando más de una sorpresa al espectador. El apartado técnico es
muy bueno y el desenlace es un auténtico festival de efectos especiales, con
esa metáfora sacada directamente de Moby
Dick. El montaje y sobre todo la música están muy cuidados e incluso el
sentido del humor, presente a lo largo de todo el metraje, no se hace cansino
en ningún momento, ya que supone una pieza esencial en la relación entre
maestro y alumno.
No conocía a este director más
que de oídas y tengo claro que ahora ha llegado el momento de buscar sus
trabajos anteriores, ya que esta película es excelente.





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