Jeph Loeb es un guionistas con
muchos detractores, pero hay que reconocerle que es un profesional que sabe
perfectamente qué es lo que su público objetivo requiere de él y está dispuesto
a dárselo una y otra vez, merced a una serie de asociaciones con un buen número
de dibujantes de primer nivel, atraídos sin duda por un guionista con dos
características casi inigualables: sus cómics venden mucho y no tiene ningún
reparo en pasar a un segundo plano, otorgando el mayor protagonismo al
dibujante.
Aunque ahora Loeb vive un poco
retirado de los guiones de cómics, más centrado en los proyectos audiovisuales
de Marvel, cuando se publicó esta
serie –entre octubre de 2003 y marzo de 2004- se encontraba en un momento dulce
dentro de la editorial DC Comics –la
cual acabaría abandonando, jurando nunca más volver a trabajar para ellos-. Ya
había trabajado con McGuinness en una de las series principales del Hombre de
Acero y se le encargó lanzar una nueva colección con los dos héroes más
populares de la editorial viviendo aventuras conjuntas: Batman y Superman.
Enemigos públicos es el primer arco argumental de la serie, que fue
cambiando de dibujante con cada nueva aventura. Michael Turner y Carlos
Pacheco, por ejemplo, sucedieron a un McGuinness (Guardianes de la Galaxia: pecado original) que iba dejando poco a
poco cada vez más atrás su marcado estilo cartoon,
con el que comenzó su carrera. Todavía mantenía sus grandes y rotundas figuras,
mejorando cada vez más en su narrativa y aprovechando la oportunidad de plasmar
muchas de las delirantes ideas de Loeb, pensadas exclusivamente para empatar al
lector. Superman amenazando a Batman con el batmóvil de los años sesenta; el
Hombre de Acero empuñando –y disparando- un rifle; el robot-fusión gigantesco
del delirante final; Luthor y Amanda Waller dándose el lote; el chiste sobre
Power Girl y los adolescentes o el continuo desfilar de los diversos héroes y
villanos del Universo DC, la mayoría
de las veces sin mucha razón aparente. Una época un tanto loca, con Lex Luthor
de desquiciado presidente de los Estados Unidos y una pareja de héroes juntos
contra el mundo.
La trama central intenta
mostrar un plan de Luthor para desacreditar y destruir definitivamente a
Superman, aprovechando que un meteorito del tamaño de Australia se dirige en
rumbo de colisión con la Tierra. Superman es declarado responsable y puesto en
busca y captura, ya que el origen del meteorito no es otro que el planeta
Krypton. Batman por supuesto le ayudará, dejando de lado sus propios problemas
personales. Aquí Loeb aprovecha para introducir otras características de su
escritura, como el misterio o la provocación (New Ultimates, Ultimates: sexo, mentiras y DVDs). De igual manera
que en Batman: Silencio jugaba con
la identidad de un mítico personaje ya fallecido, aquí lo hace con la verdadera
identidad del asesino de los Wayne. También hay humor, mucho texto –Loeb no se
resiste a plasmar los pensamientos en paralelo de ambos héroes, en una manera
de poner en contraste sus caracteres-, muchos golpes de efecto y hasta una
muerte sentida.
A McGuinness, amigo de meter
pocas viñetas por página y con un buen nivel de detalle, le apoyan en las
tintas Dexter Vines y Dave Stewart con la paleta de colores.
Estos tebeos se han publicado
ya con anterioridad en España en varias ocasiones. La última de ellas ha sido
en el coleccionable que ECC está
publicando junto a Salvat, en tapa
dura y acompañados por bocetos del autor, todas las portadas y algún que otro
pequeño artículo sobre los personajes y los autores. Además viene acompañado
por una pequeña joya: nada más y nada menos que el Superman #76 USA, publicado en junio de 1952 y con el primer
encuentro entre ambos personajes en las páginas de un cómic –hasta entonces
llevaban un buen puñado de años compartiendo portadas-. Los artífices fueron
Edmond Hamilton a los guiones y el mítico Curt Swan dibujando. La historia
desprende esa candidez de la época, el sentido del humor, la comedia de enredo
y la aventura continua.




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