martes, 11 de abril de 2017

Star Wars Rebels. Tercera temporada

Han pasado quince años desde que la República Galáctica y la Orden Jedi fueran destruidas. El Imperio está a punto de acabar con toda resistencia y los pocos rebeldes que luchan contra la tiranía sobreviven más mal que bien escondidos en pequeños planetas y embarcados en una serie de misiones a cada cual más suicida en busca de lo necesario para continuar: hombres y mujeres dispuestos a luchar –mejor si saben pilotar-, suministros y armas, tecnología punta y todo tipo de información que les lleve a conocer mejor los planes del Imperio, empeñado en diseñar armas cada vez más letales.

Esta ambientación es uno de los puntos más cuidados de esta serie, sin duda lo mejor que ha salido de la compra de Lucasfilm por parte de Disney. La tripulación de la Ghost, que alberga en su interior al único Jedi con su aprendiz que queda en la galaxia, tiene un papel predominante en estos primeros coletazos de lo que acabaría conociéndose como la Alianza Rebelde. Lo que en un principio no era sino una versión descafeinada de los principales protagonistas que surcaban el espacio a bordo del Halcón Milenario en Star Wars, se ha convertido en algo mucho más importante, ya que la serie ha comenzado a asimilar personajes de las películas, de la anterior serie The Clone Wars e incluso del Universo Expandido, ahora fuera del canon oficial y retitulado Leyendas.


Es sin duda otro de los puntos de mayor interés junto con el desarrollo del universo cada vez más familiar y creíble en el que se mueven los personajes: la asimilación de toda esa información y su uso lógico dentro de una saga que abarca muchísimas páginas de historia. Si la temporada anterior acababa de manera trágica con la pérdida de la vista de Kanan, la épica y triste muerte de Ahsoka a manos del que fuera su maestro, Darth Vader y los remordimientos de Ezra por dejarse seducir por el Lado Oscuro, el inicio de esta nueva tanda de episodios nos trae a uno de los villanos más carismáticos del universo expandido: el Gran Almirante Thrawn, que creara el escritor Timothy Zahn en la que está considerada como la mejor secuela posible de la saga original –y muy superior a lo que se nos mostró en El despertar de la Fuerza-.


No es el único personaje conocido que se dejará caer por la serie. Wedge Antilles, aquel piloto que se convertirá en el único superviviente, junto a Luke Skywalker, de la batalla de Yavin, es aquí reclutado por los rebeldes y la senadora Mon Mothma, a la que vimos hace poco en Rogue One y antes de eso en La venganza de los Sith, da los primeros pasos en su camino de convertirse en una de las fundadores de la Alianza.

Los misterios alrededor de los Jedi y los Sith que tan atractivos resultan para los aficionados tienen aquí de nuevo una parte importante del metraje, ya que cada cierto tiempo se vuelve sobre los caminos de la Fuerza. En esta ocasión primero conoceremos a un nuevo ser relacionado con la Fuerza que no pertenece a ninguno de los bandos y que acaba siendo esencial para que Kanan supere parte de su ceguera. Darth Maul tampoco ha dicho su última palabra y su obsesión con Ezra llevará a ambos a Dathomir, el lugar de origen del primero. Un planeta habitado por una raza de brujas capaces de manipular el Lado Oscuro con su magia y que durante un tiempo sirvieron a Lord Sidius con varios aprendices y que finalmente hallaron su final con la llegada del Imperio. Como curiosidad, las respuestas que ambos buscan son esencialmente la misma. No es lo único interesante en cuanto a los Jedi: Sabine y su origen en Mandalor nos da una buena oportunidad de presenciar el entrenamiento con el sable láser.


También hay que destacar el esfuerzo en el guión para encajar toda la información que hasta ahora tenemos. Rex, que luchó en las Guerras Clon junto a Skywalker y Kenobi, ya integrado como un miembro más de la tripulación de la Ghost, va a tener la oportunidad de enfrentarse a los droides de nuevo e incluso visitará Geonosis, allí donde empezó la guerra en el Episodio II, en busca de información sobre un arma que todos conocemos de sobra y que a los personajes todavía les queda tiempo por descubrir. Incluso las conexiones con las nuevas películas están ahí para quien quiera verlas: Saw Guerrera, interpretado por Forest Whitaker en Rogue One, aparece en un par de episodios y en la batalla final de esta última película de imagen real podemos ver a Chopper y a la Ghost. Eso nos da una pista de que al menos Hera, su piloto, sigue viva.

Como ya ocurriera en anteriores temporadas, los desenlaces se encuentran a un gran nivel. El último episodio doble es una enorme batalla con el Almirante Thrawn poniendo en jaque a los rebeldes y prácticamente diezmándolos en un abrir y cerrar de ojos. Se ha convertido en un enemigo terrible y tengo mucha curiosidad por saber cómo van a integrarlo en el resto de la historia –faltan unos cinco años hasta que tenga lugar lo que se nos contó en Rogue One-. Lo mismo se puede decir de Kanan y su aprendiz, ¿se atreverán los guionistas a darles un final?


Mención especial merece el enfrentamiento final entre Maul y su mayor enemigo, Obi-Wan Kenobi. Sin duda no lo que esperábamos, pero repleto de emoción y sentimiento. Es imposible no conmoverse ante la mirada vigilante de Kenobi y la de un todavía muy joven Luke jugando alrededor de la granja de humedad de sus tíos.


Star Wars Rebels sabe jugar muy bien con lo antiguo y lo moderno. Aprovecharse del pasado y de lo que sabemos del futuro para contar una historia que nos interese. Si hasta se han atrevido en un par de episodios a replicar la conocida dinámica entre C3-PO y R2-D2, al introducir a un nuevo droide parlanchín. 

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