domingo, 19 de septiembre de 2021

Dune (Parte 1), de Dennis Villeneuve

 

Tercer trabajo seguido de este director canadiense de ciencia-ficción tras su debut en el género en 2016 con la estimable La llegada, una de sus mejores películas hasta la fecha. Tan solo un año después estrenó Blade Runner 2049 con resultados desiguales, un encargo de lo más envenenado que no le ha impedido embarcarse en un nuevo proyecto de igual dificultad: la adaptación de la novela de Frank Herbert, una de las más míticas de la historia de la ciencia-ficción norteamericana y toda una saga millonaria desde que comenzara su publicación a mediados de la década de los sesenta. 

El Duque Leto Atreides

Villeneuve ha reconocido en más de una entrevista su interés personal por esta historia en la que se ha implicado desde la concepción del guion, algo en lo que llevaba sin trabajar más de diez años –desde que estrenara Incendies (2001)-. Junto con Eric Roth y Jon Spaihts han entregado un libreto que en pantalla se va a las dos horas y media de duración y que solo cubre la primera parte de la novela original, dejando el resto para una hipotética segunda película cuyo rodaje todavía no ha comenzado y que dependerá de que la Warner, inmersa en una enorme confusión tras la pandemia de coronavirus a la hora de gestionar sus diversos productos, quede satisfecha con los resultados de esta Parte 1. También recalcó alto y claro que no estaba interesado en revisar la película de David Lynch sino en volver la vista al material original de Herbert para una nueva adaptación, algo que de momento tendremos que esperar a ver porque al menos en esta primera mitad lo que se nos cuenta es prácticamente lo mismo que vimos en la versión de 1984 con sutiles diferencias. 

Donde sí hay un algo distintivo es en la mirada del director. Villeneuve entrega algunas imágenes realmente bonitas y no le tiene miedo a ampliar el punto de vista, utilizando planos generales para enseñarnos bastos escenarios naturales y enormes decorados. El uso de los efectos especiales es una mejora evidente, sobre todo en los arreglos digitales –me sigue resultando curiosa esa sociedad futura en la que existe una tecnología capaz de facilitar el viaje espacial o los escudos personales pero donde las guerras a pie de calle se libran con espadas y cuchillos-. El diseño de producción, al igual que ocurría con la de Lynch, resulta también de lo más interesante. La única pega que le puedo poner en el aspecto visual al director es algún uso del color que recuerda demasiado a su anterior película, pero poco más. La planificación de las batallas también es correcta y en general hay que reconocer que el trabajo del canadiense detrás de las cámaras sigue estando a un extraordinario nivel. La música de Hans Zimmer, que dejó de lado su enésima colaboración con Christopher Nolan para dedicarse por entero a esta producción, acompaña a las imágenes sin dejarse llevar por la estridencia y el ruido que caracterizan a algunas de sus piezas y que en muchos momentos hasta sepultan a las imágenes, algo que aquí no ocurre en ningún momento. 

Gusanos de Arena

Si bien la Warner no parece que tenga nada clara la estrategia de distribución de la película o la posible continuación, al menos ha echado el resto en el reparto de la misma, liderado por una estrella emergente como Timothée Chalamet y acompañado por actores solventes y contrastados como Rebecca Ferguson (Misión: Imposible), Oscar Isaac (ExMachina) o Jason Momoa (Juego de Tronos). En papeles secundarios y con todavía mucho que decir si la producción acaba volviendo a los desiertos jordanos para continuar con el rodaje nos encontramos con Zendaya (Spider-Man) y Javier Bardem (Skyfall) como parte integrante de una tribu fremen; Josh Brolin (Vengadores: Endgame), que repite con el director tras haber colaborado en la estupenda Sicario (2015); o Stellan Skarsgard (Chernobyl) y Dave Bautista (Guardianes de la Galaxia) interpretando al Barón Harkonnen y a su sobrino –también tiene un papel muy secundario una irreconocible Charlotte Rampling caracterizada como la Reverenda Madre Bene Gesserit-. 

En definitiva, la Dune de Dennis Villeneuve destaca por su acabado y aspecto visual por encima de todo, muy bien arropada por el estupendo reparto cuajado de rostros conocidos. Pero no sorprende lo más mínimo, al menos en esta primera parte que es prácticamente lo mismo que ya vimos en 1984. Y si bien es verdad que no se hace aburrida en ningún momento, al menos en una buena pantalla de cine, quizás no le hubiera venido nada mal algún momento de concisión para que no se fuera a más de dos horas y media de metraje. Un pequeño peaje a pagar por lo que debería ser una continuación por todo lo alto, mucho más ambiciosa y valiente que esperemos llegue a realizarse en los próximos años.

Los fremen

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