Daniel Craig se despide de James Bond tras interpretarlo en cinco películas, la primera vez en toda la historia de la franquicia que se ha apostado por una trama interconectada entre todas ellas con un inicio, nudo y desenlace muy claros.
Para la despedida de Bond, al menos hasta un nuevo relanzamiento en unos años con otro actor y, quién sabe, con un estilo diferente de abordar al personaje creado por Ian Fleming en 1953, se ha contado tras las cámaras con el director Cary Fukunaga, muy bien considerado en el circuito independiente y que ya nos regaló un magnífico trabajo en la primera temporada de True Detective –en ella ya nos deleitó con un plano secuencia bastante elaborado, algo que también podemos apreciar en el desenlace esta película-.
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Daniel Craig como Bond en Sin tiempo para morir |
Ya desde sus comienzos la interpretación de Craig alternaba entre el agente violento e incontrolable con tendencia a volar todo por los aires y una personalidad mucho más frágil de lo que estábamos acostumbrados a reconocer en Bond. En esta última entrega de la saga las tintas se han cargado en esta segunda faceta del personaje, todavía por explorar. En Sin tiempo para morir nos encontramos con algunas situaciones que no habíamos visto con anterioridad en la larga historia cinematográfica de Bond y entre escenas de acción no muy abundantes pero sí muy trabajadas y bien elaboradas se entrelazan momentos donde el drama toma el protagonismo absoluto.
En el centro de todo se encuentra la relación de Bond y Madeleine Swan, la psiquiatra interpretada por Léa Seydoux a la que conoció en la anterior entrega, Spectre. También nos encontramos con una doble historia de venganza entre los villanos interpretados por Christoph Waltz como el mítico Stavro Blofeld y la nueva incorporación de Rami Malek, dando vida a un antagonista demasiado estereotipado y, en contra de lo que se podría pensar, con muy poco tiempo en pantalla.
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Daniel Craig y Ana de Armas |
Algo llamativo porque Sin tiempo para morir es la película de toda la historia de Bond con un mayor metraje. Y aunque indudablemente es muy entretenida en todo momento, no le habría venido nada mal un poco de contención en este aspecto –llama la atención el prólogo inicial, por ejemplo-. En el guion han participado, además del director y los habituales en la franquicia Neal Purvis y Robert Wade, la tan de moda Phoebe Waller-Bridge, una de las guionistas británicas más interesantes de los últimos años. Quizás esto ayude a explicar algo mejor el ligero cambio en el estilo de esta película en comparación con sus predecesoras.
A los secundarios habituales desde su incorporación en Skyfall –Ben Whishaw como Q, Naomie Harris como Moneypenny y Ralph Finnes como M-, hay que sumar a los actores que llegaron junto a Craig en Casino Royale –Jeffrey Wright como Felix Leiter y Rory Kinnear como Bill Tanner- y a las nuevas incorporaciones de esta película, donde destaca con mucha fuerza Ana de Armas (Puñales por la espalda) en la genial secuencia que tiene lugar en Cuba. Allí también tenemos en acción a Lashana Lynch (Capitana Marvel), la primera mujer en interpretar a 007. El norteamericano Billy Magnussen, que repite con el director, también tiene un papel como agregado de la CIA.
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Lashana Lynch, la primera mujer 007 |
Sin tiempo para morir tiene varias secuencias de acción muy logradas e interesantes: tanto la parte inicial en Italia como la mencionada set-piece en Cuba, junto a la persecución en coche por las neblinosas carreteras noruegas. La última parte es quizás la menos llamativa, no por la labor del director, sino por ser la más manida, un genuino Bond contra el mundo en una isla apartada. La música de Hans Zimmer, al igual que la canción inicial a cargo de Billie Eilish, no me han llamado la atención como en otras entregas pero habrá que darle otra oportunidad –el primero fue una sustitución de última hora, imagino que por eso algunas de sus piezas me han sonado demasiado a otras películas-.
La historia es valiente y arriesga sobre todo en su parte final, aunque tengo que achacarle algunas situaciones que ya habíamos visto en el Bond de Craig, como su tendencia a la desaparición. Tampoco es una película tan espectacular como las anteriores, donde nos encontrábamos con escenas mucho más exageradas, sino que apuesta por el realismo. Pero en general ha sido una conclusión muy satisfactoria a un viaje que nos ha dejado grandes momentos en la historia del personaje, como Skyfall o Casino Royale.
Craig se despide del personaje
más importante de su carrera, dando vida al Bond más cansado y vulnerable de
todos los que hemos visto hasta ahora, con la solvencia que lo ha caracterizado
en todos estos años en una película diferente que sin duda dividirá a los
aficionados y que, no olvidemos, ha tenido que sortear muchas dificultades más allá de las derivadas de la pandemia de coronavirus relacionadas con la producción -un guion poco definido cuando ya se estaba rodando, una inoportuna lesión de su actor principal, el cambio en la silla de director, etc-.
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Rami Malek como el villano Lyutsifer Safin |
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