viernes, 24 de diciembre de 2021

Hijos de la mente, de Orson Scott Card

 


La Saga de Ender triunfó a mediados de la década de los ochenta con sus dos primeras novelas: El juego de Ender (1985) y La voz de los muertos (1986). Pese a que se escribieron en un periodo tan corto de tiempo, narrativamente hablando Scott Card dejó pasar miles de años entre una historia y la otra y se las ingenió no solo para mantener al protagonista, sino para seguir planteando una serie de dilemas morales en torno a la naturaleza de los seres humanos o del resto de especies sintientes e inteligentes del cosmos. 

Las dos novelas diferían muchísimo en su estilo, pero ambas eran brillantes y, caso curioso, la segunda de ellas no acababa de cerrar todas las tramas, sino todo lo contrario: finalizaba con un enorme cliffhanger que dejaba el destino de los protagonistas pendiente de un hilo. 

Scott Card se tomó su tiempo para continuar con su saga más famosa: en Ender el Xenocida (1991) se introducían nuevos mundos en ese futuro de la humanidad en el que los seres humanos no son los únicos habitantes inteligentes del universo, si bien es verdad que son los únicos que han aniquilado a una raza. Y lo van a volver a hacer. 

Ender, en su papel de padre de familia, ha llegado a un extremo en el que ya no puede continuar luchando. Su fiel aliada durante miles de años, Jane, una inteligencia artificial de alcance planetario que ha cobrado consciencia de sí misma, ha sido finalmente descubierta por el Congreso Estelar, que ha iniciado los movimientos necesarios para destruirla. Al mismo tiempo, los planes para acabar con el planeta Lusitania siguen adelante. 

De llevarse a cabo, no solo acabarían con la vida de todos los seres humanos que lo habitan, sino de hasta dos especies sintientes más: los pequeninos y los insectores, que han conseguido reproducirse a partir de la Reina Colmena que Ender salvó al final del primer libro de la saga. 

Hijos de la mente sí supone una conclusión definitiva a las aventuras de Ender Wiggin, si bien es cierto que el protagonista jugará un papel atípico en él. La salvación de buena parte de los habitantes del planeta Lusitania pasa por dominar una técnica de viaje espacial prácticamente instantánea y que requiere de la cooperación de la mente colmena y de la capacidad de cálculo infinita de Jane. Los experimentos que se llevaron a cabo al final del volumen anterior dieron como resultado un terrible hallazgo: de Ender nacieron dos entes nuevos basados en dos de las personas más importantes de su familia: sus hermanos mayores, Peter y Valentine. Pero, ¿son aspectos de la personalidad de Ender o, por el contrario, conservarán las características de los personajes que copian? Si nos centramos en Peter, estamos hablando de alguien que prácticamente se hizo con el control político del mundo y que fue rechazado en su momento para entrar en la Escuela de Batalla debido a su crueldad. 

Las principales tramas de la novela se van desarrollando en paralelo en torno a diferentes frentes: una batalla política contra el Congreso Estelar; una batalla contra el propio universo para hallar una manera no solo de potenciar a Jane, sino también de salvaguardar su existencia una vez que sus enemigos ya la han identificado y se encuentran haciendo todo lo posible para destruirla y una búsqueda desesperada de nuevos planetas con las condiciones necesarias para la supervivencia de las demás razas sintientes de Lusitania, incluyendo una expedición científica al planeta original de la descolada, el mortal virus que atesoran en su interior todos los habitantes de Lusitania y que es la razón última de las ansias de destrucción del Congreso Estelar. 

La conclusión a la Saga de Ender es satisfactoria, muy en la línea de los volúmenes anteriores, con varios personajes moviéndose en diferentes direcciones y explorando un poco más las influencias de las diferentes culturas filosóficas y humanistas que influyen en el Congreso. Se forman curiosos equipos de trabajo que darán lugar a alguna que otra sorpresa y su autor no puede evitar seguir jugando con conceptos tan abstractos como el alma de los seres vivientes, así como las mentes colmenas o los límites del universo. 

En los años siguientes, Orson Scott Card siguió explorando el potencial de este universo creativo con diversas novelas ambientadas en el pasado –no hay que olvidar que la primera secuela de El juego de Ender estaba ambientada miles años después-, hasta conseguir una veintena de títulos relacionados, amén de relatos cortos, cómics y una película de gran presupuesto que adaptaba el relato original con el que empezó todo. Toda una franquicia cuyos últimos episodios están todavía por publicar, ya que a sus setenta años el escritor norteamericano sigue tan activo como siempre.

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