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Portada de The Incredible Hulk #345 USA, a cargo de Todd McFarlane |
A lo largo de los cinco años que había estado guionizando The Incredible Hulk, Bill Mantlo lo había probado todo. Desde el Hulk con la mente de Bruce Banner al Hulk salvaje e incontrolable que era desterrado continuamente a parajes inhumanos para evitar su senda de destrucción. Cuando nada parecía indicar que fuera a cambiar la cosa, el guionista aceptó una propuesta un tanto extravagante de John Byrne, al que ya conocía de sus primeros años en la editorial cuando coincidieron ambos en la colección de Los Campeones: intercambiar sus respectivas colecciones, de modo que Mantlo y Mike Mignola, dibujante en ese momento del Gigante de Jade, pasaron a encargarse de Alpha Flight mientras que Byrne entró como un torbellino en la colección de Hulk, entregando varios de los mejores números de su carrera.
La lástima fue que Byrne no estaba ya para bromas y sus editores para todavía menos, por lo que la tirante relación entre todos ellos acabó con el primero abandonando la colección de sopetón cuando tan solo había realizado seis episodios de la misma –meses después acabaría dejando Marvel para marcharse a DC a revitalizar Superman con su El hombre de acero-.
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El Hulk de John Byrne |
En Marvel se encuentran con un problema y su Editor Jefe, Jim Shooter, tira de manual: coloca a Bob Harras como nuevo editor de la colección a partir de The Incredible Hulk #320 USA y este a su vez recurre a uno de esos profesionales todoterreno que la editorial tiene en nómina que lo mismo sirven para un roto que para un descosido: Allen Milgrom, que en calidad de autor completo se hace cargo de la colección –lo más curioso es que en esa época Milgrom también se encargaba de editar Marvel Fanfare, una colección de carácter antológico en la que unos pocos meses después él mismo recuperó el tebeo realizado a base de splash-pages cuyo rechazo por parte del anterior editor había provocado el cabreo de Byrne y su salida inmediata de la colección-.
Mientras Milgrom va salvando los muebles como buenamente puede –como durante ese tiempo también era el dibujante titular de Los Vengadores Costa Oeste de Steve Englehart, en algunos números necesita la ayuda de otro dibujante, Steve Geiger, que no hace un mal trabajo, en muchas páginas incluso superando al acabado de Milgrom-, Harras se apresura para buscar un nuevo guionista que acepte hacerse cargo de una de las colecciones menos vendidas de la editorial y sobre la que pesa de repente una maldición, ya que no sobran las ideas sobre qué hacer con el personaje. La respuesta la encuentra en un fill-in de esta corta etapa a cargo de Milgrom, en el que las fechas de entrega obligan a un joven Peter David, junto al dibujante Dwayne Turner, a sacarse un tebeo de la manga –The Incredible Hulk #328 USA marca el debut del guionista con el personaje, pero no es el inicio oficial de su etapa, que se produciría tres meses después, en el #331 USA-.
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The Incredible Hulk #324 USA, primera aparición del Hulk Gris (Al Milgrom) |
David no las tiene todas consigo para aceptar el encargo –en ese momento todavía se encuentra trabajando a tiempo completo en el Departamento de Venta Directa de Marvel Comics-. Sabe de sobra que uno de sus puntos fuertes son los diálogos, algo imposible de desarrollar con un protagonista que solo articula unas pocas palabras cuando no se limita a gruñir como un animal salvaje. Pero hay una circunstancia que lo cambia todo: Milgrom no se ha complicado la vida y ha seguido desarrollando las tramas planteadas por Byrne en los números anteriores, de modo que seguimos teniendo al Hulk salvaje perseguido por los principales héroes, con los que se lía a guantazos en todo momento –solo la unión de los dos grupos de Vengadores es capaz de ponerlo de rodillas-. Es decir, Milgrom apuesta por tebeos de acción pura mientras en paralelo intenta deshacer la separación física de Hulk y Banner, pero dándole una vuelta de tuerca que en un principio suena a desesperada pero que al final se va a destapar como esencial para el futuro de la colección.
En uno de los números de su etapa, Byrne dibujaba a Banner analizando a su alter ego por medio de hologramas. Ahí comparaba la versión verde de Hulk con la gris, más pequeña y de apariencia menos humana, que recordemos ocurrió por un fallo de imprenta en el primer número de la colección ideada por Stan Lee y Jack Kirby. Milgrom toma esa única viñeta y acaba de traerla a la continuidad oficial de la serie cuando la reunión entre Banner y el Hulk salvaje nos trae de vuelta esa concepción original en la que el cambio se producía al caer la noche. Lo que el Milgrom guionista aporta a la mezcla es algo imprescindible para David: el Hulk gris tiene una personalidad diferente, más inteligente, algo con lo que sin duda puede trabajar a gusto.
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Imagen del guionista y escritor Peter David (sacado de wikipedia) |
El resto, como se suele decir, es historia. David se aprovecha de la libertad creativa de la que puede disfrutar en una serie con bajos números de venta y la lleva a lo más alto, en una maniobra editorial muy parecida a la que ocurrió con el Thor de Walter Simonson. El guionista permanecerá en la colección durante más de diez años, convirtiéndose en el nombre más importante ligado al personaje más allá de sus creadores, y sin duda el máximo responsable de la mejor etapa editorial del Coloso Esmeralda. Para ello contó con la ayuda de numerosos dibujantes, la mayoría de ellos sin ser grandes estrellas en el momento en el que colaboraron con él en la colección, pero que se aprovecharon de la calidad de la misma para lanzar sus carreras al estrellato. El primero de ellos no necesita presentación: el canadiense Todd McFarlane había debutado un número antes de la llegada de David en la colección (The Incredible Hulk #330 USA, con fecha de portada de abril de 1987) tras curtirse en DC Comics en series secundarias y sustituyendo a Alan Davis en los números finales del Año Dos de Batman, donde su espectacularidad en el tablero de dibujo comenzó a llamar la atención, sobre todo a la hora de plasmar la indumentaria del Caballero Oscuro.
Su etapa en Hulk marca el punto de inflexión en su carrera, su consagración definitiva. Tras ella sería designado como dibujante titular de The Amazing Spider-Man a las órdenes de David Michelinie, lo que acabaría convirtiéndolo en una de las grandes estrellas de la Marvel de la época y en uno de los artistas más importantes del momento para la industria del comic-book norteamericana.
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El Hulk de Todd McFarlane |
Pero lo primero que tienen que hacer ambos autores son unos números de transición que vayan cerrando los cabos sueltos dejados por la etapa anterior, para así poder ir construyendo pensando en el futuro de la colección. David apuesta por la continuidad, echando mano de los escenarios y personajes que trajo Byrne y que Milgrom ha ido utilizando, pero ya desde el primer número comienza a construir su primer arco argumental, que de forma un tanto inteligente ligará a la estancia de su dibujante. Para ello trae de vuelta a el Líder, enemigo mítico del Piel Verde, que viene a sustituir a un Trueno Ross que había muerto definitivamente en el último episodio de la etapa anterior. Para ello le devuelve su inteligencia, pero también una forma de operar más ladina y astuta, en verdad maquiavélica, que, sumada al lavado de imagen que le da McFarlane –cráneo tipo coliflor, bigotazo a fuego con la marcada personalidad que le ha dado su guionista-, nos traen a una nueva amenaza a tener muy en cuenta.
Rick, que ha perdido su condición de Hulk, y Quartermain, que se convierte en un agente renegado de SHIELD, se confabulan con Banner para cumplir una misión, que es en realidad el principal eje argumental de estos números: el gobierno americano ha seguido produciendo bombas gamma por su riesgo y cuenta y es necesario que la opinión pública lo conozca lo antes posible, para así poder forzar su desmantelamiento. Se inicia así una road movie en el que David puede trabajar sus diálogos y su sentido del humor, mientras va construyendo y desarrollando poco a poco la nueva situación en torno a Banner, Hulk y Betty, que por fin hace frente a su crisis existencial.
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Betty da un importante cambio en su relación con el alter ego de su marido |
Por parte de McFarlane, aunque todavía le quedaría dar otro gran salto de calidad en las páginas de The Amazing Spider-Man, aquí ya pueden apreciarse algunas de las señas de identidad por las que sería reconocido: la anatomía tan exagerada de sus personajes; el recurso de utilizar siluetas negras en los que destacar algún elemento del rostro, como los dientes; ilustrar a toda página una cabeza de perfil y construir en su interior la narración por medio de viñetas más pequeñas o el gusto por destruir tecnología de todo tipo y condición, grandes armas incluidas –no me olvido del juego humorístico con el Gato Félix, o del cameo de Alfred, el famoso mayordomo de Bruce Wayne, aunque desconozco de quién fue la idea, si del dibujante o del guionista-.
David también sería reconocido por su ironía o sus divertidos diálogos y aquí ya comienza a verse una buena muestra de ello. Lo mismo se puede decir de algún que otro estupendo episodio autoconclusivo –después de todo, a eso había dedicado la mayoría de su tiempo como escritor hasta entonces- donde apuesta demás por temas sociales de importante calado, como la violencia de género. También hay que reconocer que echa mano de los trucos más viejos de la industria, en un intento de ganar notoriedad y nuevos lectores, como revivir uno de los enfrentamientos más clásicos del Universo Marvel, el de Lobezno contra Hulk –The Incredible Hulk #340 USA marca un hito por tratarse de una de las portadas más importantes del momento, esa en la que el protagonista se refleja en las garras del mutante canadiense-. En algunos números antes ya había intentado algo de parecida índole al traerse a Factor-X como personajes invitados a la caza del Hulk Gris, sin saber que poco tiempo después se convertiría en uno de los guionistas más importantes de la historia de la serie.
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Mítica portada de The Incredible Hulk #340 USA, por Todd McFarlane |
En definitiva, un arranque de etapa modélico con un buen puñado de personajes renovados para la ocasión y una evolución cada vez más fina de su protagonista, que comienza como un Jekyll y Hyde cuyas dos encarnaciones no podrían ser más diferentes entre sí pero que va evolucionando poco a poco hacia algo más complejo, ya que cada vez más ambos personajes comparten rasgos el uno del otro –también se trae a primer plano un rasgo fundamental de la historia del doctor Bruce Banner: los maltratos físicos y psicológicos sufridos a manos de su propio padre, que también hizo mucho daño a su madre-.
Pero no todo acababa aquí, ni
mucho menos. De hecho, la historia de David no había hecho más que empezar y
tras un epílogo a cargo del dibujante Erik Larsen –en una de esas ironías del
destino, Larsen también sustituiría a McFarlane como dibujante titular de The Amazing Spider-Man, del mismo modo
que David había sustituido a Milgrom en calidad de guionista en una serie
secundaria del trepamuros un tiempo antes de hacer lo propio con The Incredible Hulk- contaría una
historia completamente ajena a todo lo que habíamos visto hasta ahora con un
dibujante totalmente desconocido para el aficionado medio a Marvel Comics.
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Hulk y Factor-X, por Todd McFarlane |
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