domingo, 29 de junio de 2025

F1: la película, de Joseph Kosinski

 


Brad Pitt da por inaugurada la temporada de blockbusters veraniegos de este 2025 encarnando a un veterano piloto de carreras que sobrevive como buenamente puede aceptando cualquier volante que le ofrezcan, hasta que aparece un viejo amigo de su pasado, ahora dueño de una escudería de Fórmula 1, desesperado por los malos resultados de la primera mitad de la temporada, que le ofrece uno de sus monoplazas. 

El mismo equipo que nos trajo hace unos años el inesperado éxito de Top Gun: Maverick (2022), Kosinski en la dirección, Bruckheimer en la producción y Ehren Kruger en el guion, repite la misma fórmula con algún añadido importante, como puede ser la banda sonora de Hans Zimmer o un secundario de la solvencia de Javier Bardem, muy cómodo en este tipo de papeles a la sombra de una estrella como Pitt. Y es que una película de este tipo, que no se complica lo más mínimo, necesita de un actor principal con el atractivo y carisma del actor de Érase una vez en… Hollywood (2019) –la podría haber protagonizado perfectamente Tom Cruise si no fuera por las muchas similitudes con su personaje en Top Gun: Maverick, aunque hay que reconocer que F1 no consigue superarla en ningún momento de su abultado metraje-. 

F1 es tremendamente previsible, casi un calco de historias ya vistas como el Driven (2001) de Renny Harlin y Sylvester Stallone y no pasará a la historia precisamente como una de las grandes películas de este deporte, muy lejos de lo conseguido por títulos como Rush (2013) o Ford Vs Ferrari (2019), que en un momento temprano de su producción intentó fichar nada más y nada menos que a Cruise y Pitt para los dos papeles protagonistas que al final acabaron interpretando Matt Damon y Christian Bale. 

Lo mejor de F1, más allá del carisma natural que Pitt ha conseguido en su madurez como actor en este tipo de papeles, es la labor de Kosinski tras las cámaras. El director de Tron: Legacy (2010) sigue estando en muy buena forma y consigue transmitir, hasta cierto punto, la inmersión en un monoplaza a esas velocidades. También hay que destacar los giros de guion en torno a los trucos de veterano de Sonny Hayes, el personaje interpretado por Pitt, y a cómo utiliza las reglas de la competición en su propio provecho y en el de su equipo, algo difícil que ocurra en una carrera real, por mucho beneplácito que la FIA haya dado a la película –esto es algo evidente a lo largo de todo el metraje, y no acaba de redundar en beneficio de la película, que a veces parece un documental o un mega anuncio publicitario de la competición-. Esto también se traduce en la participación de un buen puñado de pilotos reales, que hacen cameos o prestan su nombre para dar una sensación de veracidad todavía mayor. 

Los secundarios no están demasiado cuidados –especialmente sangrante el retrato que Kim Bodnia hace del director del equipo-, ni siquiera el de Kerry Condon, con un mayor protagonismo. Pero es algo esperable en una película que tiene muy claro lo que quiere desde el principio, que tiene a Apple Studios detrás y que ha costado doscientos millones de dólares.

Javier Bardem en F1: la película


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